Transcurridos cuatro partidos de liga para el Betis (el quinto, el aplazado contra el Atlético de Madrid, se celebrará pasado mañana), el equipo verdiblanco suma 9 puntos de 12 posibles; lo que no hace sino indicar que, en lo puramente material (el “puntaje”, que diría Manuel Pellegrini), está llevando a cabo un inicio de temporada muy similar al de la pasada campaña.
Además, el pasado sábado el Betis por fin pudo salir victorioso en el Villamarín ante una de sus tradicionales “bestias negras” de los últimos años: el Espanyol, que no perdía en Heliópolis desde la temporada 2001-2002 (2-0), con Juande Ramos en el banquillo bético y Joaquín y Gastón Casas como goleadores. Y todo esto dejando la portería a cero tanto en Zorrilla como frente al once “perico”.
Pero la desahogada posición en la tabla, como ocurriera hace un año, no debe hacernos perder la perspectiva real de lo que está sucediendo. Sin pretender llegar a los extremos apocalípticos que determinados compañeros de la prensa local están exponiendo en sus programas, lo cierto es que este Betis sufre más de la cuenta en cada partido, especialmente en los segundos tiempos.
Al esperpento en San Mamés (aunque se arreglara en los minutos finales) y al baile que le dio el Rayo en casa, el Betis ha sumado en Zorrilla y frente al Espanyol otros dos segundos tiempos realmente decepcionantes. Los catalanes, incluso con uno menos, hicieron pasarlo mal tanto a los profesionales verdiblancos como a la afición, e incluso se hicieron merecedores de algo más que el 1-0 con el que se volvieron a Barcelona de vacío.
Después de brindarnos en las primeras partes un juego de calidad media más que decente, parece como si los jugadores de Pepe Mel sufrieran una especie de bajón físico o mental que les hace estar a merced de sus rivales. Es por ello por lo que estos puntos que se están obteniendo ahora tienen más valor si cabe; pero si la “construcción” del bloque -Mel “dixit”- se alarga durante muchas jornadas más, el Betis puede terminar sufriendo de verdad para poder seguir compitiendo en Primera División.
Afortunadamente, hay una serie de nombres que, un año más, se están destacando como los baluartes del equipo, y cuyo excelente estado de forma pueden seguir posibilitando que los puntos continúen subiendo al marcador mientras el bloque termina de conjuntarse. Por ejemplo, la pareja de centrales, Mario y Paulao; aunque el brasileño, goleador frente al Espanyol, volverá a estar un par de semanas parado debido a la entrada de Wakaso, una acción realmente peligrosa y por la que el ghanés, que luego resultaría expulsado, no vio ni amarilla. O aunque sobre Mario pese la espada de Damocles de las constantes lesiones sufridas desde su último año en Getafe. Por suerte, parece que el ya debutante Perquis se está destapando como un hombre seguro y expeditivo, sobre todo en los balones cruzados.
Aunque la clave del funcionamiento en el juego bético sigue estando en la pareja Beñat-Rubén Castro. El internacional volvió a hacer un sensacional despliegue de pundonor pero, sobre todo, de calidad en el toque de balón; mientras que Rubén no tuvo su día, pero su viveza en el gol marcado en Valladolid es claro síntoma de que no ha perdido el instinto. Ellos dos, junto a Jorge Molina y sus golitos, a Juan Carlos, a Agra -que el sábado empezó a dejarse ver como extremo-, al aún casi inédito Campbell o a Nosa Igiebor -sus quince minutos fueron bastante más prometedores que la esperpéntica media hora de su debut en Zorrilla- pueden y deben llevar al Betis a realizar una temporada similar a la última, aunque sin tanta irregularidad.
Pero sin lanzar las campanas al vuelo, que esto es Sevilla, y bien que nos conocemos; por mucho que, si el miércoles se le ganara al Atlético -que tan fuerte ha iniciado la temporada-, se llegaría hasta el segundo puesto con 12 puntos, sólo por detrás del pleno culé. La permanencia, el verdadero objetivo, ahora mismo está a siete puntos, y de vencer a los colchoneros quedaría a diez. Ahí es, como hace un año cuando se estaba al comando de la clasificación, donde realmente hay que mirar.
Por último, mis felicitaciones al club por acordarse de todo un histórico del beticismo como Rogelio. En el mismo fin de semana en el que se cumplían 50 años del debut como guardameta del Athletic de todo un mito como José Ángel “el Chopo” Iríbar, otro mito, éste del fútbol sureño, la “Zurda de Caoba”, celebraba también sus particulares “Bodas de Oro” de su estreno en verdiblanco. Mirar hacia el presente y el futuro, pero sin olvidar el pasado; lo que, en los últimos años de Lopera, difícilmente llegaba a ocurrir.
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