Que no se repita más… o, al menos, que tarde



Se acabó, por fin, la pesadilla. El pasado domingo el Real Betis Balompié no sólo confirmó matemáticamente su retorno a Primera División tan sólo un año después del ignominioso descenso de la pasada temporada, sino que también certificó su vuelta a la élite como campeón de la categoría de plata, dos semanas antes del final de la liga..

Ochenta y cuatro puntos, seis más que el Girona (a quien gana el “average” particular) y ocho más que el Sporting de Gijón, después de un tremendo parcial conseguido tras la destitución, allá por finales del pasado noviembre, de un Julio Velázquez con el que los verdiblancos llevaban camino de echar raíces en Segunda.

1432508673_139465_1432508799_noticia_normalAfortunadamente, ya todo eso ha quedado atrás; y mientras los demás siguen “matándose” por los dos lugares restantes de ascenso (uno directo, y otro vía play-off) y por evitar la caída en Segunda B, en el Betis es el momento de comenzar a planificar una verdadera apuesta de futuro entre los grandes del fútbol español.

Vaya por delante que, mientras que no haya dictamen definitivo sobre el caso de las acciones de Lopera, sobre el club siempre pesará esa espada de Damocles que hace que, en cualquier momento, todo esto vuelva a dar un giro radical si vuelven Lopera u Oliver, y pesan más los supuestos caprichos personales de cada uno. Pero, ahora mismo, a diferencia de hace cuatro años, sí que parece haber una base organizativa sobre la que dar pie a un moderado optimismo.

A diferencia de hace cuatro años, el Betis cuenta tanto con un presidente (Juan Carlos Ollero) como con un director deportivo (Eduardo Maciá) al menos con experiencias positivas en sus respectivas parcelas dentro de un club deportivo, lo que no ocurría ni con Miguel Guillén ni con Vlada Stosic. Son ellos dos, especialmente el segundo, quienes deben encargarse de realizar un proyecto ilusionante, empezando por mantener la base que ha llevado al club de las trece barras a recuperar de inmediato la categoría perdida.

¿Cuál es esa base? Muy sencillo: comencemos por el entrenador, el “santo” Pepe Mel; un hombre que, con sus defectos y sus virtudes, ha demostrado una vez más ser el hombre propicio para llevar esta nave que, sin él a los mandos, se iba irremisiblemente a pique. No me importan los resultados del técnico madrileño (y otrora goleador bético) en otros clubes: sólo sé que el Betis, con él, lleva ya dos ascensos, una permanencia relativamente cómoda y una clasificación europea, poniendo en solfa que el vergonzoso descenso de 2014 hubiese llegado a producirse porque, en el momento de su destitución, el equipo era malo pero no estaba ni mucho menos muerto.

Después, la pareja de delanteros, Rubén Castro y Jorge Molina, los “Zipi y Zape” de al final de La Palmera; aquellos que llegaron con Mel hace cinco años y que se han convertido en uno de los mejores dúos atacantes de toda la historia bética. El primero, máximo goleador histórico del club, se hará con el “Pichichi” esta temporada; el segundo, desde el regreso del técnico, está batiendo récords personales. Ellos dos, Vincenzo Rennella y otro delantero más que llegue (no olvidemos que Rubén, para su desgracia y la del Betis, está involucrado en un proceso personal que no sabemos cómo va a terminar) deben ser los componentes de la punta del ataque dentro de la plantilla del Betis.

Y, por último, el ojalá que futuro crack, y el defensor de la portería. La apuesta por Dani Ceballos debe ser clara: el joven mediocampista es aún un melón por calar debido a su juventud, pero su rendimiento en Segunda nos hace pensar que con madurez, bien pulido y un poco de suerte, el Betis puede tener ahí a un jugador que marque diferencias. De ahí que merezca la pena apostar por él. Y, con respecto al cancerbero, no es que Adán sea el mejor portero de Primera (de hecho a mí me gustaba mucho más Adrián, a quien nunca jamás se le debió dejar marchar), pero sí es bastante bueno para un equipo como el Betis; más con la dificultad que suelen tener los verdiblancos para encontrar un buen inquilino de la portería desde la marcha de Toni Prats.

A partir de ahí, la papeleta para Maciá es la de saber manejar el presupuesto del que dispondrá para dar un buen número de bajas y acertar con las correspondientes incorporaciones. A nadie que haya seguido al Betis esta temporada se le escapa que, como mínimo, han de venir dos defensas, dos centrocampistas y un jugador de banda, más el delantero antes mencionado; y creo que todos tenemos en mente los nombres que deberían salir porque ya han demostrado que no valen para Primera División.

Todo ello para intentar evitar que lo que ya ha sucedido un total de once veces, es decir, bajar a Segunda, vuelva a suceder. O al menos, ya que conociendo la centenaria historia bética creer que nunca más se va a descender no entra dentro de lo viable ni verosímil, para que la próxima visita a Segunda División tarde una notable cantidad de años en producirse. Por masa social es lo mínimo que debería exigirse.

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