Pirandello, reflejado en la ESAD sevillana



CRÍTICA TEATRAL

OBRA: LA FUNCIÓN POR HACER
AUTORES: Miguel del Arco y Aitor Tejada (Adaptación libre de Seis personajes en busca de autor, de Luigi Pirandello).
COMPAÑÍA: Escuela Superior de Arte Dramático de Sevilla (Alumnos de 3º de Interpretación y de 3º de Escenografía).
REPARTO: Elena Viña, Sergio Capitán, Marta Torres, Iván Morales Marcos, Eva de la Rosa, Carmiña Pérez y Miguel Aragonés.
DIRECCIÓN: Merche Serrano (Profesora).
CARACTERIZACIÓN: María Bueno.
ILUMINACIÓN: Sandra Moreno.
PRODUCCIÓN: Irene Cudía.
VESTUARIO: Marta Cardoso.
UTILERÍA: Elena Ciurleo y Martina Perrone.
MÚSICA Y ESPACIO SONORO: Inmaculada Almendral.
ADAPTACIÓN Y DRAMATURGIA: 3º Interpretación (Escena de El show de Truman, de Peter Weir y Andrew Nicol).
PROFESORADO: Merche Serrano (Taller de Interpretación), Mª Luisa Jiménez (Asistente de voz), Magüi Frade (Asistente de movimiento), Emi Caramé (Iluminación), Ramón Ortega (Escenografía y Producción) y Mar Herrera (Figurinismo).
GÉNERO: Tragicomedia
LUGAR: Sala Lorca de la Escuela Superior de Arte Dramático (Sevilla).
DÍA: 22-3-2018
DURACIÓN: Aproximadamente 80 minutos.
CALIFICACIÓN: * * * * (Sobre 5)

Como si de un bucle en el tiempo se tratase, vuelvo a escribir para alabar, de forma merecida, los excelentes valores artísticos de la cantera de la Escuela Superior de Arte Dramático de Sevilla (ESAD, de ahora en adelante).

Es el cuarto taller del que he tenido el placer de disfrutar, entre el curso pasado y éste, todos ellos de diferentes grupos y promociones, y no puedo por menos que decir que el resultado también ha rozado la excelencia, lo que dice mucho no solo de estos chicos de 3º DE INTERPRETACIÓN Y 3º DE ESCENOGRAFÍA, sino también de sus profesores.

En esta ocasión, con la adaptación libre que MIGUEL DEL ARCO y AITOR TEJADA realizaran allá por 2009 de la conocida obra de Luigi Pirandello Seis personajes en busca de autor, titulada LA FUNCIÓN POR HACER. También a ellos hay que darles los parabienes.

Porque la adaptación es, como su propio nombre indica, libre pero muy fiel al espíritu de aquellos desdichados personajes a los que dio vida el dramaturgo italiano, y que interrumpen el desarrollo de una función teatral pidiendo la oportunidad de poder representar su propio drama. Cambia ligeramente la historia pero no el planteamiento base de la misma.

Y, a su vez, los chicos de la ESAD aciertan al dar su propio toque para ir metiendo al público en el meollo, reflejando al inicio dos de las escenas más célebres de El show de Truman, que son las que los actores interpretan en la introducción, antes de la irrupción de los personajes anónimos.

Pero para saber llevar y transmitir correctamente la gran cantidad de matices y reflexiones -ficción/realidad; divergencias entre autor o personajes en este caso y actores; el teatro dentro del metateatro (un grado más allá)…- de un texto que va in crescendo hay que tener calidad. Y estos muchachos la tienen.

Ello va en el haber de los de Interpretación, un elenco de siete jóvenes actores -me niego a llamarles aprendices e incluso estudiantes, aunque realmente sean esto último; son actores con todas las letras- que van por un muy buen camino. El espíritu de Pirandello habitaba en ellos, por resumir brevemente.

Y por otro lado están los de Escenografía, sabiendo aprovechar los modestos recursos para, con ingenio y buen gusto, complementar la excelente puesta en escena actoral con un solo bloque -que sirve de cama, de columna de apoyo y de más cosas- y, especialmente, con el acercamiento de parte del público a la acción, hasta el punto de prácticamente tomar parte de la misma.

Porque este grupo representante de la ESAD tuvo la brillante idea de dar la opción a un porcentaje de los asistentes de colocarse, si así lo deseaban -como fue mi caso-, en el perímetro del cuadrado escénico, con los artistas entremezclándose eventualmente entre ellos.

El público no llega realmente a intervenir activamente en la función, pero el acercamiento casi extremo a los artistas y a lo que se representa sobre las tablas me parece un excelente modo de, valga la redundancia, acercar a la gente a la magia del teatro. En total, ochenta minutos que no se hacen largos, en absoluto. Más bien todo lo contrario.

Y, hablando de artistas, no quiero despedirme sin dar las gracias a mi amiga la joven escenógrafa Kassandra Romero, alumna de la ESAD hasta el pasado curso, y que es quien suele ponerme al tanto de estos montajes con los que, además de disfrutar como un enano, cada vez me reafirmo más que en Sevilla, hablando de arte dramático, hay cantera y de la buena.

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