El Betis, dos semanas después del derbi



Quién le iba a decir a los aficionados béticos que, después de haber sufrido y padecido la mayor vergüenza de los últimos setenta años, ahora iban a estar disfrutando del mejor momento de su equipo desde la histórica temporada 2004-2005.

Parece que los cinco goles encajados en el Sánchez-Pizjuán -y las posteriores represalias de la hinchada por la manera en la que afrontaron el partido- han activado el orgullo de unos jugadores que, desde entonces, se han vuelto a poner las pilas. Y de qué forma: sonado triunfo sobre todo un Real Madrid; eliminatoria de Copa remontada y superada con la solvencia de los mejores; y valioso triunfo ayer en Riazor (2-3) que le aúpa a la cuarta plaza y, lo que es más importante a estas alturas, le permite alcanzar los 25 puntos en tal sólo 14 jornadas.

Lo mejor del encuentro contra el Deportivo es que, aun repitiendo los errores de ésta y la anterior campaña -otra vez se «dejó» igualar una renta de dos goles o más- el Betis, como por ejemplo también ocurrió en San Mamés durante la primera jornada, no se vino abajo y continuó teniendo la calma y la pegada necesarias como para mantener sus opciones de ganar. Y así es mucho más fácil seguir sumando puntos.

Y no sólo eso. Casi todo el beticismo se echó las manos a la cabeza cuando, tras el derbi, cayó -de una u otra forma- casi toda la defensa titular: Paulao, Mario y Perquis por sus lesiones; y Nelson, por su indolencia y su poca sangre. Pues bien: en estos tres partidos Amaya y Dorado han ofrecido muestras de una solidez -salvo en los diez minutos de ayer posteriores al segundo gol bético- que muchos creían que habían perdido. En el lateral derecho, Ángel y Chica también han dado el callo; mientras que, bajo los palos, Adrián ha conseguido reponerse de su nefasta noche en el campo del eterno rival, con grandes paradas tanto frente a las huestes de Mourinho, como en el estadio coruñés. Más el gran partido de Nacho en ataque, con dos precisos centros que acabaron en gol.

Todo, o por lo menos un gran porcentaje, es obra y mérito de Pepe Mel, capaz de mantener «conectados» a unos jugadores con los que, hasta el momento, prácticamente no había contado en lo que llevábamos de temporada, así como de revitalizar la moral y la concentración de los fijos. Y también de tener paciencia con Joel Campbell, quien ayer respondió a la confianza de su técnico con un buen partido, culminado con el golazo que, a la postre, terminó sellando el triunfo.

Dejo para el final a Rubén Castro, el principal buque insignia del Betis junto al internacional Beñat; y también a Álvaro Vadillo. El canario se cobró con dos nuevos golazos de delantero centro su particular venganza del club que, entre 2004 y 2010, lo cedió un total de cinco veces y jamás intentó sacarle el más mínimo provecho. Ocho goles, máximo goleador nacional hasta el momento, y ayer otra vez con Jorge Molina como socio principal en ataque.

Y el extremo gaditano puede ser la mayor bendición concedida al Betis en el presente curso futbolístico. Vadillo, recuperado para el fútbol de élite trece meses después del empujón desequilibrante con el que Sergio Ramos le hizo polvo el ligamento cruzado de su rodilla, está en camino -con paciencia y tranquilidad- de convertirse en el jugador desequilibrante que todos queremos que sea.

En definitiva, no se puede decir que el 5-1 de Nervión esté olvidado -una afrenta así no se olvida hasta que no haya revancha-, pero sí que ahora está mucho más lejano, pese a que fue anteayer, como quien dice. ¿Será capaz este Betis de «robarle» algún punto al todopoderoso Barça el domingo? Difícil; pero este equipo vuelve a estar «on fire». Y si los Messi, Xavi, Iniesta o Fábregas vuelven a demostrar en Heliópolis que son los mejores del mundo, los 25 puntos actuales harán que los béticos no derramen excesivas lágrimas por lo que, por otra parte, es más que probable que suceda.

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