Vivencias teatrales en Almagro…



Cierro los ojos, y todavía me parece estar cogiendo el AVE que nos llevó a mis amigos más cercanos y a mí mismo a tierras manchegas.

Cierro los ojos, y todavía siento llegar a esa estación/apeadero más parecida a la de muchas películas del oeste que a la de la España del siglo XXI. La de ALMAGRO, pueblo de rancio abolengo medieval y renacentista, y sede por excelencia del mejor teatro español de la historia gracias a su FESTIVAL INTERNACIONAL DE TEATRO CLÁSICO.

Cierro los ojos, y todavía me parece llegar a ese austero alojamiento, sin aire acondicionado -por fortuna tampoco hizo tanta falta- pero con suma tranquilidad y mucho aroma claustral: la Hospedería de Almagro.

Cierro los ojos, y todavía respiro el aire puro teatral que corre por la Plaza Mayor y por muchas de las calles del pueblo cada año, durante el mes de julio.

Cierro los ojos, y todavía disfruto con toda la historia escénica y social de los Siglos de Oro que desprende el Corral de Comedias; y también con las joyas expuestas en el Museo Nacional del Teatro.

Cierro los ojos, y todavía gozo en el paladar las excelencias de productos típicos y no típicos, con mención especial para los “quijotescos” duelos y quebrantos: una bomba de relojería si los comes frecuentemente, pero un verdadero disfrute de sensaciones si los degustas con moderación.

Cierro los ojos, y todavía creo estar sintiendo la magistral interpretación de ese Segismundo de La vida es sueño llevado a escena por BLANCA PORTILLO, junto a magistrales veteranos como JOAQUÍN NOTARIO y jóvenes prometedores como MARTA POVEDA.

Cierro los ojos, y todavía me veo -nos veo, chicos- compartiendo impresiones y recuerdos de otros años junto a la modernizada -muy a su pesar- Santa Teresa de Jesús que es nuestra querida CLARA SANCHIS, excelente actriz y MEJOR PERSONA aún.

Cierro los ojos, y me acuerdo de la simpatiquísima camarera del bar-cafetería Teo; y de la dependienta de la tienda Alma de Almagro que nos atendió con tanta amabilidad y atención; y también de TEÓFILO y la peculiar cocinera de Valdeolivo. Y, cómo no, de la gran CHARO LÓPEZ, con la que si no nos cruzamos diez o quince veces, no lo hicimos ninguna.

En definitiva, cierro los ojos y aún me parece seguir estando en Almagro; aunque ya me encuentre de vuelta en tierras sevillanas. Muchas gracias -además de a todos los anteriormente mencionados- a LAU y RAFA por insistirme tanto para poder disfrutar esto con vosotros; a ESPE, por vivir junto a mí y junto a todos nosotros una nueva aventura -y van ya muchas- que contar a nuestros respectivos nietos; y a MARÍA JESÚS, por aportar su granito de arena, completando la expedición, en un fin de semana del que nos acordaremos siempre, deseando eso sí que no sea irrepetible.

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  1. #1 by CAS on 16 julio 2012 - 14:32

    Ésta ha sido tu entrada más poética y sentida hasta la fecha. Este gran poema en prosa en forma de crónica, o crónica en forma de poema en prosa, es el testimonio entrañable de una experiencia colectiva de amistad, cultura y belleza que tú has dignificado, virtuado y elevado a la enésima potencia de todo cuanto sea posible transmitir mediante la palabra, de la que tú eres dueño total y absoluto.

  2. #2 by CAS on 16 julio 2012 - 14:37

    El que escribe arriba es Rafa.
    Ahora soy yo. Preciosa entrada, muy gráfica. Cerrando los ojos y con los ojos muy abiertos, leyéndote, es posible de nuevo transportarse a esas calles de piedra, ¿verdad? Y perdernos -literalmente-, sabiendo que encontraríamos un escenario que nos acogiese, o a Charo López haciéndonos de sombra. Preciosa entrada, Vic. Pero el teatro es infinito. Con los pies recién puestos en tierra, volvemos ya a elevarnos a nuestra magia propia y escénica: Mayo, Nao de Amores, ¡olé! Ya tenemos una nueva meta, un nuevo plan…siempre fraguando, siempre tramando.

  3. #4 by María Jesús on 18 julio 2012 - 0:35

    Víctor, me ha encantado esta publicación de tu blog. Gracias a ti, a Laura, a Rafa, y a Espe, por hacerme pasar un fin de semana que creo que no voy a olvidar. Vuelvo a Sevilla con energía y con ilusión renovadas (y uff, qué falta me hacían…). Gracias a todos por lo vivido juntos.
    María Jesús

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