La consagración de “Rakatá”


CRÍTICA TEATRAL

OBRA: El castigo sin venganza
AUTOR: Lope de Vega
COMPAÑÍA: Rakatá Teatro
REPARTO: Mario Vedoya (Duque de Ferrara), Alejandra Mayo (Casandra), Rodrigo Arribas (Federico), Jesús Fuente (Batín), Lidia Otón (Aurora), Bruno Ciordia (Marqués Gonzaga), Jesús Teyssiere (Ricardo), Manuel Sánchez Ramos (Floro), Belén Ponce de León (Lucrecia), Jordi Dauder (Voz en off) y Patricia Kraus (Canción)
DIRECCIÓN: Ernesto Arias
VERSIÓN: Grupo PROLOPE
LUGAR: Teatro Lope de Vega (Sevilla)
DÍA: 17-12-2010
DURACIÓN: 115 minutos
CALIFICACIÓN: * * * * (Sobre 5)

Hace algo más de un año Rakatá Teatro ya me había causado una gran impresión con el montaje de Fuenteovejuna; pues bien, la versión que el Grupo PROLOPE ha hecho de El castigo sin venganza para esta joven compañía y su puesta en escena no han servido sino para confirmarme todo lo bueno que demostraron en su presentación en Sevilla.

Conozco muy pocas versiones representadas de este enorme clásico de Lope, engendrado en 1631, durante su etapa de senectud: la de 2005 de Eduardo Vasco para la Compañía Nacional de Teatro Clásico; otra de Adrián Daumas en 2003 -que circula por Youtube-; y ahora ésta, además de un intento fallido de montaje de quien les habla con sus amigos hace ya como tres años.

Sinceramente, es una verdadera lástima que este texto, esta joya de los Siglos de Oro en España, apenas si se dé a conocer para la enorme calidad que tiene; así que les agradezco enormemente a Rakatá el que lo hayan recuperado para el público en general y para los “lopistas” filólogos en particular, y además de esta forma.

Y eso que esta versión, en mi humilde opinión, tiene fallos visiblemente notables, especialmente el recurso de la narración en off. Este recurso, con el que se pretende reflejar la narración de la novela corta de Matteo Bandello en la cual se inspira Lope, hace que los que apreciamos El Castigo con gran sensibilidad -por lo menos un servidor- comencemos la obra poco menos que horrorizados, ya que el experimento de combinar a los dos “padres” de la historia no puede salir peor.

Qué manera de “cargarse” la presentación del duque -y del argumento en general-, y qué manera de saltarse una escena con parlamentos realmente magníficos, como lo es la primera. De verdad que a uno en ocasiones le entraban ganas de levantarse y “pedirle” a ese narrador que se callara, sobre todo cuando corta la intervención, también en off -cantada y musicalizada-, de Andrelina. Afortunadamente esta metedura de pata no se prolonga durante demasiado tiempo.

Otro error es la inclusión del elemento principal de la escenografía, una serie de columnas que hacen las veces de sauces cuando Federico va a por Casandra, pero que luego sirven más bien de poco y que, en ocasiones, no hacen sino entorpecer la visión del público, parte del cual -los situados en los laterales de las primeras filas- prácticamente se ve privado, por ejemplo, del precioso golpe visual introducido justo cuando concluye la obra. Una escenografía que, en el resto de los detalles, cumple perfectamente.

Son, a mi modo de entender, las “marras” que impiden que la puesta en escena sea redonda al 100%; porque, por lo demás, todo va remontando progresivamente hasta llegar a un tercer y último acto verdaderamente apoteósico. Y gran parte del mérito la tiene Mario Vedoya.

Este veterano actor argentino, afincado en España desde hace años, nos da toda una lección sobre cómo hay que meterse en el papel de un personaje tan rico como el Duque de Ferrara. Vedoya se hace progresivamente, sin exageraciones de ningún tipo, el amo del escenario. ¿Cómo? Clavando el personaje, así de simple, con su presencia en escena, su versificación y sus acertadísimos cambios de registro de voz.

Tampoco le van a la zaga Jesús Fuente y Lidia Otón. El primero, que ya estuvo en el elenco de la Compañía Nacional de Teatro Clásico en 2005 pero en el papel de Ricardo, nos muestra un Batín sobresaliente, en la línea del “gracioso” del teatro áureo español pero con sus dosis de dramatismo, justo como lo ideó Lope para El Castigo. Se notan sus tablas.

De Lidia Otón debo decir que, en principio, dado que hace un año se metió en la piel de Laurencia, me esperaba que fuera quien diese vida a Casandra; pero no es así. Lástima, porque esta gran actriz, descubierta por mí para el teatro en Fuenteovejuna, provoca que Aurora, metafórica pero casi literalmente, se coma a Casandra, a Federico, al Marqués Gonzaga y a todos los que comparten escena con ella, salvo al Duque. Y se los come no porque todos estén mal, sino porque ella lo hace fenomenal.

No obstante, cierto es que la pareja Casandra/Federico se muestra algo irregular. Alejandra Mayo y Rodrigo Arribas son dos jóvenes actores para dos jóvenes personajes; en su juventud quizás vaya implícito alguno de los “pecados” en los que incurren este tipo de actores cuando se les pone por delante un texto clásico. “Pecados” relacionados en primer lugar con la deficiente versificación o dicción del verso de la que adolecen por momentos -un mal que, esperemos, puedan ir puliendo al paso de los años con la ayuda de los veteranos-, y con las lagunas de mantenimiento de la tensión dramática del texto.

Aunque a su favor hay que decir que ambos, en las escenas claves, por lo general dan la talla -tal vez en un tono un poco bajo, eso sí-, y que en los “téte a téte” nos ofrecen una bonita y acertada coreografía de movimientos, muy acorde a lo que el texto va pidiendo y que se extiende también al resto de los personajes en momentos puntuales.

Es un análisis más o menos pormenorizado de una puesta en escena en la que en su inicio te dan ganas de ir preparando los tomates pero que, con su progresiva evolución, te va demandando sacar a hombros a todos sus protagonistas. Acudan a verla si no al “Lope de Vega” sevillano sí donde quiera que vayan; exceptuando los primeros 15 minutos saldrán con la sensación de que pocas veces un tiempo y un dinero pueden estar mejor invertidos.

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  1. #1 by Cas on 19 diciembre 2010 - 12:40

    Pues a mí sí me ha gustado la voz en off. Me parece, además, un hermoso homenaje a Bandello.

  2. #2 by victor on 20 diciembre 2010 - 14:16

    Sí, bueno; debo reconocer que yo he hecho la crítica desde el punto de vista del aficionado y entendido de Lope de Vega y de “El castigo sin venganza”; y por ello quizás a veces sea un poco duro con algunos aspectos.

    La voz en off es verdad que ayuda al no experto a contextualizar la historia, pero sigo pensando igual: yo habría dejado tal cual la primera escena. Y, en todo caso, nunca habría interrumpido el parlamento de Andrelina.

    Pese a todo, ya digo, el montaje es muy bueno, a la altura de la mejor Compañía Nacional de Teatro Clásico y, por momentos, para mí hasta mejor que el magnífico que Eduardo Vasco hizo en 2005.

  3. #3 by César on 17 julio 2011 - 12:07

    Acabo de ver este montaje en el teatro Alcázar de Madrid. De acuerdo en cuanto a la voz en off y al elemento escenográfico, sobre todo el poco significado de los espacios y su creación a partir de un concepto medieval, que tampoco he entendido.

    No tan de acuerdo en cuanto al ritmo y la interpretación (decimonónica a mi parecer) así como decisiones como la generación de situaciones de “figuración” en foro o los pocos recursos interpretativos tanto de los actores que interpretan aFederico y a Casandra.
    Todo, a mi entender, fruto de las carencias de una dirección por parte de un actor, que en las tablas es gigante, pero que como se constata en la puesta en escena no es director.

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