MI PARTICULAR MEMORIA DEPORTIVA (30/1)
El equipo español de tenis recibirá a Argentina del 4 al 6 de diciembre en la final de la Copa Davis, para la que se clasificó el pasado fin de semana tras deshacerse de Francia en la eliminatoria de semifinales celebrada en la Plaza de Toros de Córdoba; mientras que los sudamericanos dieron buena cuenta en Belgrado de la Serbia de un tocado Novak Djokovic.
Sinceramente, estoy encantado de que sean los argentinos nuestros rivales en la final, primero porque es en España; segundo, porque evitamos al gran “ogro” de la temporada, Djokovic, y en su país; y tercero, porque debo confesar que a mí me encanta el morbo. Y tras lo que ocurrió hace tres años en la final de Mar del Plata, sin negar el favoritismo de los nuestros en esta ocasión, queda claro que Argentina va a acudir a Valencia, Sevilla, Madrid… con enormes ganas de revancha.
En 2008 el equipo capitaneado entonces por Emilio Sánchez Vicario, después de ganar a Estados Unidos en la semifinal disputada en la Plaza de Toros de Las Ventas (Madrid), debía rendir visita a los albicelestes para intentar hacerse con su tercera “Ensaladera”, toda vez que el último enfrentamiento hasta la fecha, en la semifinal de 2003, había tenido lugar en Málaga.
Los argentinos, liderados como ahora por Juan Martín Del Potro y David Nalbandián, y tradicionalmente potentes en tierra batida, decidieron “renunciar” a su superficie favorita para no dar facilidades a Rafa Nadal, escogiendo un tipo de pista de las consideradas duras, bastante rápida, instalada en el polideportivo “Islas Malvinas”, de la ciudad bonaerense de Mar del Plata.
Las posibilidades de España, además, sufrieron a priori un duro golpe con la baja, escasos días antes de la final, de un lesionado Nadal, que sufrió unos problemas físicos que previamente le habían impedido disputar la Copa Masters.
Argentina suspiró aliviada. Nalbandián y Del Potro, que tras ganar al ruso Davydenko y darle a los suyos el punto decisivo en la semifinal había vacilado un poco a los españoles diciendo que “le sacarían a Nadal los calzones del orto” (el “orto”, para quien no lo sepa, es la parte del cuerpo humano ubicada allá donde la espalda pierde su nombre), no tendrían enfrente al número 1 mundial, vencedor aquel año en Roland Garros, Wimbledon y los Juegos Olímpicos de Pekín, entre otros torneos.
Pero lo que aún no sabían los argentinos era que la ausencia del gran líder del tenis español, contrariamente a lo que creían, iba a resultar sumamente perjudicial para sus intereses. La baja de Nadal les obligó a “comerse” con patatas fritas una superficie en la que, si bien no eran malos, no se encontraban tan a gusto como en el llamado polvo de ladrillo. Pese a que intentaron cambiarla, ya no podían dar marcha atrás… y en el equipo español se encontraban dos notables especialistas en pistas rápidas como Feliciano López y Fernando Verdasco, completando la alineación David Ferrer y Marcel Granollers.
PRIMERA JORNADA: ESPAÑA AVISA
No obstante, en Mar del Plata seguían confiando en un fácil triunfo de los suyos, más aún cuando “el Rey” David Nalbandián pasó por encima de su tocayo Ferrer en el partido inicial. El alicantino se encontraba en una importante crisis deportiva, y fue arrollado sin contemplaciones por el líder argentino (pese a que ejercía, por ránking, de número 2), que le venció por 6-3, 6-2 y 6-3.
Pero todo comenzó a cambiar cuando, en el segundo encuentro, un artista consumado como Feliciano López tuvo que medirse a uno de los mejores jugadores del año, un “Top-Ten” como Juan Martín Del Potro, número 1 albiceleste. Emilio Sánchez Vicario era un perfecto conocedor de la capacidad de “Feli” para motivarse en los ambientes más hostiles (y el público argentino que abarrotó durante los tres días el polideportivo “Islas Malvinas” era netamente futbolero, con todo lo que ello supone), y por ello alineó al toledano en los individuales del primer día.
Pese a perder el primer set por 6-4, “Feli” no se vino abajo; y en dos mangas de verdadero infarto, resueltas ambas en el “tie break”, le dio la vuelta a un partido que remató en el cuarto por 3-6 ante un Del Potro que acabó algo tocado física y, por qué no decirlo, también moralmente.
El final de la primera jornada nos resumió lo que sería la tónica del resto de la eliminatoria: España estaba contra las cuerdas, pero seguía viva. Y el siguiente punto en juego, al día siguiente, sería lo más parecido a la madre de todas las batallas: el partido de dobles, para muchos el que decanta la balanza en gran parte de los enfrentamientos en la Davis.
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