COPA DEL REY CUARTOS DE FINAL IDA
F.C. BARCELONA 5-BETIS 0
El sueño copero del Betis acabó cuando tenía que acabar. El partido de ida de los cuartos de final en el Camp Nou nos deja un resultado tan lógico como engañoso, puesto que el Betis, realmente, no mereció un correctivo tan serio. Leo Messi, eso sí, celebró su segundo Balón de Oro consecutivo con un hat-trick que luego complementaron los tantos postreros de Pedro y de Keita.
Ya lo dijo Pepe Mel en la rueda de prensa previa al encuentro. El Betis iba a salir a jugar a tope, con su filosofía, hasta que el cuerpo aguantara. Y aguantó, con todos los honores, más de una hora. Ambos equipos sacaron al césped del Camp Nou sus onces titulares al completo, a excepción de los porteros; aunque este último aspecto no cobró excesiva relevancia, puesto que tanto Casto como Pinto fueron dos de los mejores jugadores del partido.
En el caso de Casto su protagonismo, para bien o para mal, estaba cantado, porque de todos era sabido que el Barça le acribillaría a llegadas al área. Pero el extremeño, pese a los cinco goles, fue un verdadero muro. Messi -pese a sus tres tantos-, Dani Alves y, sobre todo, Villa, pueden dar fe de ello. Extraordinaria actuación de Casto, que se ha reivindicado como portero en esta Copa.
Pero con lo que muchos no contaban fue con que Pinto iba a tener que intervenir más de la cuenta. Tanto durante el primer como el segundo tiempo el Betis gozó de varias llegadas con claridad a la meta del ex bético, que evitó con sus paradas que la eliminatoria gozara de vida hasta la vuelta.
Porque el Betis mereció salir del coliseo barcelonista al menos con uno o dos golitos en su marcador. Especialmente durante los primeros cuarenta y cinco minutos apenas si se notó la diferencia entre el que para muchos es el mejor equipo del mundo y uno de Segunda, por muy líder que sea. Y no se notó porque el Betis, como pregonaba su técnico, salió a jugar al fútbol y a morir, si era preciso, con las botas total y absolutamente puestas.
Hasta tres ocasiones muy claras -además de varios disparos más- crearon los verdiblancos en el templo barcelonista, ante un equipo, el de Guardiola, con todos los cracks sobre el césped. Jorge Molina tuvo dos de ellas; la primera la desperdició tirando fuera, y en la segunda Pinto le hizo un paradón tras un buen remate de cabeza. El Barça estaba tan incrédulo que hasta Piqué y Alves se enzarzaron en una discusión tras una de las varias veces que el Betis pisó el área barcelonista con peligro.
Pero poco después, cuando el descanso ya se atisbaba, llegó el primer gol del mejor jugador del mundo y, para mí, de la primera década del siglo XXI. Con el Betis atacando Salva Sevilla se resbaló al recibir un pase y la contra letal del Barça la aprovechó Messi para batir por primera vez a Casto en vaselina, con su maestría habitual. Sin embargo, justo antes del intermedio Rubén Castro hizo temblar el larguero de Pinto con un trallazo que, por justicia divina, debía haber entrado. Fue la tercera ocasión, y la mejor, del Betis.
En el segundo tiempo se mantuvo la pauta hasta que le duró el fuelle al Betis. Jorge Molina y Rubén Castro se asociaban en ataque para darle dolores de cabeza a Pinto, que le hizo dos paradones al canario y tapó varias entradas claras del alcoyano.
Con los cambios, como era de esperar, el partido derivó hacia donde tenía que hacerlo. Pepe Mel optó por quitar a Beñat y a Iriney, y el Barça fue imponiendo su ley progresivamente. Las llegadas verdiblancas comenzaron a escasear, y Messi aprovechó para hacer dos nuevos goles, en los minutos 62 y 73, que dejaban una diferencia en el marcador más lógica por el potencial de ambos equipos, que no por lo que se estaba viendo hasta el momento.
El Betis ya se desinfló, y el Barça completó la “manita” -una más de los azulgrana en la presente temporada- gracias a Pedrito y a Keita. El físico de los de Mel no daba para más. Los últimos minutos sirvieron para ver debutar a Jonathan Pereira este año tras más de cinco meses de inactividad. El gallego, cuya presencia se antoja realmente necesaria para dar respiro a los delanteros, irá poco a poco entrando en la rotación, y excelente noticia sería que, al menos, se acercara a su nivel del pasado ejercicio.
Cinco a cero, pues; y un equipo, el bético, que, pese a la goleada, salió del Camp Nou exactamente igual que como entró, es decir, con la cabeza muy alta. Ahora se espera que la afición, dentro de una semana, responda en la vuelta a pesar de la goleada y, aunque lo más probable es que no pueda ver a los supercracks del Barça y de la selección española, al menos sí que podrá despedir al equipo de la Copa como se merece y, lo que es más importante, ayudar al club a hacer una excelente taquilla, porque hace falta.
Pero antes, no lo olvidemos, el Betis tiene que solventar la visita del Alcorcón; un partido que, pese a la modestia del rival y pese a jugarse en Villamarín, va a ser mucho más complicado de lo que la gente piensa. Ojalá y me equivoque, pero la acumulación de minutos de los titulares en pocos días y, no lo olvidemos, la especial idiosincrasia de este equipo hacen que, como no se tengan puestos los cinco sentidos, haya margen para la sorpresa el próximo sábado. Repito, no obstante: ojalá esté errado (sin “h”).
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