Se confirmó el secreto a voces que iba circulando por el “paddock” desde hacía varias semanas: Valentino Rossi, “Il Dottore”, correrá las dos próximas temporadas en Ducati, finalizando su colaboración con Yamaha, que ha durado siete temporadas, en las que ha conseguido cuatro de sus siete títulos mundiales entre 500cc y MotoGP.
Sin duda es la noticia más esperada por la afición italiana al motociclismo, ya que supone que el mayor ídolo que existe actualmente en este deporte y el mejor corredor de la historia por detrás de su compatriota Giacomo Agostini intentará lograr un título mundial en la categoría reina a lomos de una moto italiana. O, mejor dicho, de “la moto” italiana, porque no hay otra marca en este mundillo con más tradición que ésta en el país de la bota, sólo comparable a lo que significa Ferrari en los coches.
Como bien dice “Il Dottore”, es el momento de buscar nuevos retos. Y éste, sin duda, lo es. No sé si más o menos complicado que el emprendido en 2004, cuando, tras dejar a la todopoderosa Honda, se propuso -con el éxito que todos sabemos- reflotar a una Yamaha que llevaba años en plena travesía del desierto; pero sí similar. Por su edad -31 años-, probablemente sea el último gran reto del genio de Tavullia en el motociclismo.
“Por desgracia, hasta las más bellas historias de amor tienen un final, pero dejan un montón de buenos recuerdos, como cuando mi M1 y yo nos besamos por primera vez sobre la hierba de Welkom, cuando ella me miró a los ojos y me dijo: te amo”, comentó ayer Rossi en su carta de despedida.
No le falta razón. Todos recordamos aquella imagen en el Gran Premio de Sudáfrica de 2004, el comienzo de una hermosa historia de amor entre Rossi y su M1. Una historia de amor fructífera, no en vano ha dado cuatro mundiales -2004, 2005, 2008 y 2009- y otro más, el de 2006, que perdió en la última carrera por una caída.
Ahora la pujanza de un piloto mucho más joven y que cada año que pasa es mejor como Jorge Lorenzo -ganador también ayer en Brno-, y la mayor confianza que parece haber depositado Yamaha en él -sobre todo después de la lesión de “Vale” este año en Mugello- han impulsado a Rossi a buscar una nueva motivación para intentar continuar al más alto nivel. Y qué mejor forma que hacerlo con la Ducati, una moto a la que sólo ha sido capaz de hacerla competitiva de verdad Casey Stoner.
Con el australiano, Ducati fue campeona en 2007; aunque creo que todos somos conscientes de que un triunfo con Rossi, por razones obvias, no tendría ni punto de comparación. Sólo falta saber -yo al menos aún no lo sé con certeza- si a “Il Dottore” le va a terminar acompañando su equipo de toda la vida encabezado por Jeremy Burgess, algo que no estaba nada claro. Sin ellos, co-artífices de sus títulos mundiales con Honda y Yamaha, el reto sería todavía mayor. Un desafío que todos los que somos seguidores del Mundial de Motociclismo estamos deseosos de que dé comienzo.
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