Esta tarde se ha producido el nombramiento oficial por parte de la jueza Mercedes Alaya de Rafael Gordillo como administrador judicial del 52% de las acciones que, hasta hace nada, poseía Manuel Ruiz de Lopera a través de su empresa Farusa.
Como todos esperaban, el buque insignia del beticismo ha contestado de manera afirmativa a este reto planteado por la magistrada, que también ha designado al abogado Juan Manuel González Porrúa y al auditor de cuentas Luis Carlos Ruiz de Huidobro como principales asesores del otrora llamado “Vendaval del Polígono”.
Gordillo, antiloperista acérrimo desde 2001 y víctima de numerosos ataques dialécticos por parte del ex máximo accionista del Betis, ha comentado a los medios de comunicación que buscará la armonía entre todos los sectores del beticismo, y que garantiza la celebración de una asamblea extraordinaria como máximo dentro de tres meses, en la que se configurará un nuevo consejo de administración. El actual, presidido todavía por José León, ha ofrecido al ex futbolista de Betis y Madrid formar parte del mismo por cooptación.
Debo confesar que, cuando hace unos días salió en los medios de comunicación la posibilidad de que Gordillo fuera nombrado administrador de las acciones de Lopera, todo esto me parecía un chiste, algo así como que la jueza se había vuelto loca. No ya porque en estos casos se suela nombrar a alguien totalmente neutral con respecto al personaje imputado -el odio que le tiene Gordillo a Lopera desde que éste le despidió en 2001 como miembro del cuerpo técnico del Betis lo conoce toda Sevilla-, sino sobre todo porque Gordillo, un prodigio con el balón en los pies en su época de jugador, sabe de cuentas lo mismo que yo de arquitectura técnica, por decir algo.
Sin embargo, el hecho de que dos teóricos expertos en temas jurídicos -digo teóricos porque no les conozco de nada, no por otra cosa- vayan a acompañarle en su andadura hace que la maniobra de Mercedes Alaya me convenza bastante más.
Dejemos a un lado cualquier desacuerdo que yo haya podido tener con el mito bético -que los tuve- porque, en ocasiones, no me llegara a convencer su actitud. Ahora lo más importante es que todas las partes del beticismo divididas por el ansia de poder tanto del Lopera de los últimos años como de aquéllos que deseaban que cayera para ocupar su sitio vuelvan a unirse, por el bien de la entidad; y quien mejor para ocuparse de ello que alguien a quien quiere toda la masa social. Porque el Betis, más allá de “loperistas” y “antiloperistas”, está muy por encima de todo.
Suerte, Rafael. Por el bien del Betis, suerte.
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