Finales de la NBA 1997 y 1998: Jordan, contra Utah


MI PARTICULAR MEMORIA DEPORTIVA (6)

El recuerdo de los momentos más memorables del deporte vistos desde mi perspectiva nos lleva esta semana al mundo del baloncesto; más concretamente a las series finales de la NBA más espectaculares que se han visto en la liga profesional norteamericana desde las que disputaban los Lakers y los Celtics en los 80.

Me refiero a las finales de 1997 y 1998 entre los Chicago Bulls y los Utah Jazz, en las que el mejor jugador de la historia del baloncesto, Michael Jordan, y sus compañeros de los Bulls ( Scottie Pippen, Toni Kukoc, Dennis Rodman, Ron Harper y Steve Kerr, entre otros) dieron el do de pecho ante un equipo fantástico, liderado por los excelsos John Stockton y Karl Malone, y con secundarios de lujo como Jeff Hornacek, Bryon Russell o Greg Ostertag.

Los Jazz, dirigidos por su histórico entrenador, Jerry Sloan, lograron en el 97 formar un equipo de armas tomar en torno a sus dos grandes líderes, y se presentaron en las finales por primera vez en su historia, en donde tendrían enfrente a los Bulls. Chicago por su parte, tras su primer triplete y la primera retirada de Jordan, lograron recomponer el equipo (sólo él, Pippen y el legendario técnico Phil Jackson continuaban de la anterior etapa), y el año anterior arrasaron tanto en liga regular (batieron el récord de victorias en la historia de la liga, con 72), como en los play-off.

En la campaña 96-97 los Bulls mantuvieron el nivel, pero los de la franquicia de Salt Lake City salieron verdaderamente respondones, lo que nos llevó a una de las finales más bellas y más emocionantes de los últimos 20 años, en la que todos los partidos se resolvieron por márgenes sumamente apretados.

Después de dos victorias de los Bulls en el United Center (la primera de ellas con una canasta ganadora de Jordan sobre la bocina), Utah igualó la serie en su fortín del Delta Center, imbatido desde hacía varios meses. El quinto encuentro, también en Utah (el formato de las finales de la NBA, al mejor de siete partidos, es 2 partidos en casa del equipo con ventaja de campo, 3 en cancha del rival y, si hacen falta, otros dos en el hogar del mejor clasificado), se presentaba vital para ambos conjuntos; y las cosas para los Bulls no pudieron comenzar peor, puesto que los días previos Jordan fue víctima de una fuerte gastroenteritis que le tuvo físicamente muy mermado.

Pero si los grandes campeones se distiguen por algo es por su capacidad de superación ante las adversidades. Jordan no sólo no fue baja, sino que salió a la cancha, se marcó 38 puntitos y fue, quién si no, el que le dio la puntilla a los Jazz con un triple decisivo a menos de medio minuto para el final.

“>

Los Bulls ganaron 88-90, y dejaron el título a punto de caramelo. Pero quien pensaba que el sexto partido iba a ser un paseo militar, se equivocaba profundamente. En Chicago los Jazz fueron por delante durante casi todo el tiempo, pero a los últimos segundos se llegó con empate a 86, y en esa tesitura nadie, absolutamente nadie, fue capaz de ganar a aquellos Bulls en situaciones límite.

En un tiempo muerto Jordan y su compañero, el base Steve Kerr (“Wyatt Earp”, el pistolero más rápido del oeste americano, para el gran Andrés Montes) planearon la jugada clave. Ante el sobremarcaje que iba a sufrir la estrella, Kerr, uno de los mejores tiradores de la NBA, estaría listo para resolver; y exactamente así sucedió.

“>

Simplemente, magistral. Toni Kukoc, la gran estrella croata, se encargó de cerrar la serie y el título con un mate, tras aprovechar una pérdida de los Jazz en el casi desesperado ataque final. Quinto anillo para Chicago, y una nueva prueba de fuego superada por un equipo mítico, comandado por un jugador verdaderamente legendario.

“¡Bienvenidoooos al vuelo número 23…!”
Pero, como diría el no menos mítico Super Ratón, no se vayan todavía, que aún hay más. La siguiente temporada fue la confirmación de los Jazz como verdadera alternativa al título, ya que mantuvieron la base que casi les llevó al éxito total en 1997, y además consiguieron la primera plaza en la liga regular, lo que les dio ventaja de campo durante todos los play-offs. Los Bulls, por el contrario, pese a mantener también el bloque, fueron dando más tumbos, como en la final de conferencia ante los Indiana Pacers, que solamente ganaron gracias al “factor cancha”, justo lo que tendrían en contra en aquella ocasión ante Utah.

La de 1998 fue una final un tanto menos equilibrada y emocionante que la anterior, hasta que llegaron los últimos partidos. En el quinto los Bulls ganaban 3-1 y disponían de “match ball” en casa, pero se dejaron sorprender por Malone (imperial, con 39 puntos), Stockton y cía, con lo que si querían repetir triplete no tenían más remedio que vencer en territorio enemigo.

Sin embargo, como años después diría el compañero de Digital + Sixto Miguel Serrano, ¿cuántas veces estuvieron contra las cuerdas aquellos Bulls? Muchas. ¿Y cuántas se levantaron? Todas, absolutamente todas. Con Scottie Pippen presente pero lesionado en la espalda, y con Kukoc y Kerr ciertamente desacertados en ataque, el peso ofensivo lo volvió a llevar Michael Jordan (45 tantos, como si nada); y el desenlace, conocido hasta la saciedad, no merece más comentarios que el recuerdo de las imágenes y de las voces, como el año anterior, de Andrés Montes y de Antoni Daimiel.

“>

Seis anillos, seis; como en los mejores carteles taurinos. Ese fue el legado de unos Bulls y de un Michael Jordan que, tras aquel memorable final, se retiró por segunda vez, para reaparecer tres años más tarde en las filas de un equipo menor, como los Washington Wizards. Para los Jazz, para Stockton y Malone, aquellas dos finales supusieron el cúlmen de sus carreras deportivas, pero al mismo tiempo la gran oportunidad perdida para hacerse con un título. Y es que la “pareja de baile” más compenetrada de los 90 en la NBA entró a formar parte de una lista, la de los grandes jugadores (entre los que se encontraban ya otros como Charles Barkley o Shawn Kemp) a los que el señor Jordan impidió ganar el que posiblemente sea el trofeo más preciado por un jugador de baloncesto: un anillo de campeón de la NBA.

Pero para la memoria de los aficionados, Stockton, Malone y todos los Jazz de Utah fueron los principales responsables de ofrecernos un ciclo de dos finales de la NBA de las más espectaculares de toda la historia de la liga norteamericana de baloncesto; y los principales responsables de la nueva superación de ese ídolo de todos los aficionados al deporte de la canasta que es Michael Jeffrey Jordan.

Y en este recuerdo no podía faltar, para terminar, una mención especial, por supuesto, al grandísimo y tristemente fallecido en septiembre, el “negro” Andrés Montes, y a Antoni Daimiel. Sin sus extraordinarias retransmisiones para Canal + estas dos pedazo de finales no habrían sido lo mismo.

,

  1. #1 by MARCO on 9 abril 2011 - 2:28

    DREXLER FUE CAMPEON EN EL 95.

  2. #2 by victor on 9 abril 2011 - 10:36

    Cierto; se llevó tanto tiempo en los Blazers que cuando escribí ese artículo olvidé por momentos su etapa en los Rockets (aunque tuviera que esperar a la primera retirada de Jordan para ser campeón). A rectificar se ha dicho, pues.

(will not be published)