Dallas y Nowitzki, campeones de la NBA


Mark Cuban, dueño de los Dallas Mavericks, y Dirk Nowitzki ya pueden estar tranquilos cuando se retiren, porque “sus” Mavs, por fin tienen en su poder un anillo de campeones de la la NBA, al vencer en el sexto partido de las finales a los Miami Heat por 95-105. Los tejanos se tomaron cumplida revancha de las Finales perdidas en 2006 ante los Heat, quienes por entonces les derrotaron por el mismo marcador global que se ha dado en 2011 (2-4).

Particularmente me alegro mucho por Nowitzki, un enorme jugador -para mí el mejor europeo que ha pasado por la NBA de los que yo he visto- al que descubrí en el Eurobasket de 2001 con la selección alemana jugando contra España -43 puntitos metió en el partido por el tercer y cuarto puesto, aunque no le valieron de nada porque ganó España-, y que llevaba trece años de líder absoluto de los mejores Mavericks de la historia sin haber podido lograr más que llegar a la serie definitiva de 2006. Y tampoco me quiero olvidar de Jason Kidd, otro gran veterano que, tras toda una vida en media NBA, también podrá lucir orgulloso a partir de ahora su anillo.

Este año, tras una serie de infarto en sus cinco primeros partidos debido a las múltiples remontadas habidas, Dallas se presentaba en el American Airlines Arena de Miami ganando por 2-3, aunque bien pudo haber resuelto el título antes como también haberlo perdido. Los Heat, con su “Big Three” formado por Wade, Bosh y un decepcionante Lebron James, tenían por delante dos partidos en casa para darle la vuelta y reeditar el triunfo de hace cinco años.

Pero a partir del segundo cuarto los Mavericks comenzaron a demostrar que no querían jugársela a cara o cruz en el séptimo partido. A pesar de la nefasta primera mitad de su estrella Nowitzki -1 de 12 en tiros y una desesperación absoluta-, Dallas se puso 12 arriba (28-40) gracias a Jason Terry, Shawn Marion y el base portorriqueño José Juan Barea; mas una reacción fulgurante de los locales volteó el marcador, llegándose al descanso con las espadas en todo lo alto (51-53).

En el tercer cuarto se fraguó un poco más el aldabonazo de los Mavericks. Terry, el mejor ayer de los suyos con 27 puntos, siguió ametrallando el aro rival; Barea continuó haciendo jugadas de fantasía -gran aportación la suya a partir del cuarto encuentro-, y Nowitzki sin ser estelar, pero ya “entrando” en juego. Los Heat, por el contrario, cavaron un poco más su tumba fallando cantidad de tiros libres, y mostrando un porcentaje en triples radicalmente opuesto al de Dallas. El 72-81 del final dictaminaba que a las estrellas de Miami sólo les faltaba recibir la puntilla.

A pesar de todo, quien más quien menos -empezando por Cuban- tiraron de prudencia. No en vano las remontadas se habían sucedido en algunos de los anteriores capítulos de la serie; y además, por algo los Mavericks estaban jugando fuera de casa. Pero los Heat nunca se acercaron a menos de siete puntos, realizando una recta final en ataque verdaderamente espantosa, con mención especial para Lebron James.

Quien dicen muchos que es la máxima estrella de la NBA (¿?) volvió a fracasar una vez más. Sus 21 puntos y seis asistencias no hacen sino ocultar la realidad de un jugador que, hasta ahora, tanto en Cleveland como en Miami, siempre se ha escondido cuando han llegado los momentos calientes de la temporada. Ayer lo demostró de nuevo perdiendo seis valiosos balones y algunos tiros libres verdaderamente importantes.

Por el contrario, los Mavericks no sólo mantuvieron el nivel en ataque, sino que en el cuarto final apareció el gran Dirk, que se redimió de su deficiente actuación hasta el momento en el sexto partido con diez puntos cuando más caliente estaba la bola; suficientes para alcanzar una ventaja tranquilizadora que hizo a los “Mavs” afrontar el último minuto y medio sin complicaciones, y con la certeza absoluta de que, por fin, eran campeones de la NBA.

Nowitzki completó su gran año con la consecución del trofeo “Bill Russell” al MVP de las Finales, con 26 puntos y casi 10 rebotes de media, siendo el segundo europeo en recibir el galardón tras Tony Parker con los San Antonio Spurs en 2007. No había tenido su mejor noche, pero su bestial actuación a lo largo de la serie -especialmente en el cuarto partido, compitiendo enfermo, a lo Jordan en el 97-, y su notable período final en el choque decisivo le hicieron merecedor del trofeo por absoluta unanimidad. Enhorabuena, Dirk; enhorabuena, “Mavs”.

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