Épica y heroica remontada en memoria de Seve



Europa volvió a ganar la Ryder Cup. Y lo hizo tras remontar, en Chicago, cuatro puntos de desventaja (10-6) sobre Estados Unidos en una jornada final, la de los individuales de ayer, que pasará a los anales como la más memorable en la historia de la competición más especial y legendaria del golf mundial.

Un triunfo (14,5 a 13,5) que tuvo una dedicatoria muy especial, para todo un grande de este deporte en general y de la Ryder en particular como nuestro Severiano Ballesteros, para cuya memoria iba lo que ocurriera en esta edición -primera tras su fallecimiento del pasado año-, y cuyo espíritu estuvo presente desde el primer día, pero muy especialmente en la tarde de ayer.

No es la primera vez que se remonta una desventaja tal el último día; no en vano, en 1999, Estados Unidos hizo lo propio levantando un resultado parcial exactamente igual que el de este año, aunque a favor de los europeos. Pero entonces los norteamericanos, como en 2012, jugaban en casa y desplegaron todas las estratagemas posibles, desde la enorme calidad de sus jugadores hasta los gritos inhumanos de los espectadores, que se saltaron todas las reglas no escritas -y alguna de las que sí lo están- y que intimidaron a los golfistas del viejo continente, incapaces de soportar la presión. Lo de este fin de semana ha sido, como se suele decir, contra viento y marea.

Aquel año, Chema Olazábal fue protagonista directo del desastre al perder el partido decisivo ante Justin Leonard; ahora el vasco, desde su puesto de capitán europeo -con la ayuda de Miguel Ángel «el Pisha» Jiménez como vicecapitán-, ha sido uno de los principales responsables de la remontada, y el que más se ha emocionado de todos a la hora de acordarse de su maestro y mentor. El nombre de Seve, sus fechas de nacimiento y muerte y cinco estrellas correspondientes a sus cinco Ryder Cup -cuatro como jugador y una como capitán, la «gaditana» de 1997- rezaban en las bolsas de los jugadores y, ayer, también en la vestimenta, azul marino y blanca, como a él le gustaba.

«Never say never» -«nunca digas nunca«-, decía Ian Poulter en Sky Sports tras consumarse la victoria, y a fe que ayer quedó demostrado una vez más. El inglés, que para muchos es el sucesor natural de Seve en carisma y comprensión de lo que significa la Ryder Cup, fue la pieza clave al ganar sus tres puntos, entre ellos el individual frente a Webb Simpson, por tan sólo un hoyo de ventaja.

Poulter fue el segundo europeo en salir, tras su compatriota Luke Donald, que se deshizo de Bubba Watson por dos hoyos de renta y sólo uno por disputarse. Olazábal, con un criterio excelente, colocó a sus mejores hombres en los partidos iniciales para intentar concebir esperanzas de remontada, y la jugada le salió perfecta. El número uno mundial, Rory McIlroy, logró su punto (2&1) sobre Keegan Bradley; Rose derrotó por un hoyo a otro peso pesado como Phil Mickelson, mientras Lawrie arrasaba (5&3) a Brandt Snedeker.

SERGIO GARCÍA, VITAL GANANDO A FURYK

Los americanos comenzaron a sentir la presión por ver cómo el 10-6 logrado en sendas excelentes jornadas de «fourballs» y «foursomes» se iba esfumando; y de nada sirvieron las victorias de los Johnson sobre el novato Nico Colsaerts -gran Ryder la del belga- y McDowell, porque el vital punto conseguido por Sergio García ante Jim Furyk (un solo hoyo arriba, remontando la desventaja que llevaba en el 17) ponía a Europa por vez primera por delante (12-13), y a tan sólo un punto no de ganar, pero sí de retener la Ryder Cup como último campeón en caso de empate. Entre medias, el «resucitado» Lee Westwood se redimía de su nefasto juego por parejas con un convincente triunfo (3&2) sobre Matt Kuchar.

La derrota, previsible, de Hanson sobre Duffner (uno abajo), dejaba la competición empatada a 13, a falta de los duelos entre Martin Kaymer y Steve Stricker, y entre Francesco Molinari y Tiger Woods. Ambos partidos estaban empatados a falta de dos y tres hoyos, respectivamente, y la tensión se mascaba en la ciudad más importante del estado de Illinois. Cuatro jugadores sin una sola victoria en el juego por parejas.

Kaymer tomó ventaja en el 17 sobre un Stricker al que le pudo la presión; y en el 18 dispuso de dos «putts» para asegurarse el par -Stricker jamás haría birdie-, ganar el partido y llegar al ansiado punto 14. Pero el alemán, sorprendentemente, pateó pésimamente y sintió, por momentos, todo el peso de la responsabilidad cuando Stricker embocó para hacer el par. «Tiger» ganaba por uno a Molinari al acabar en el 17, así que del segundo «putt» de Kaymer dependía casi toda la Ryder para Europa; pero éste, ahora sí, acertó y la euforia se desató entre los componentes del equipo europeo, empezando por el propio Kaymer y terminando por un más que emocionado Olazábal.

Para mayor gloria europea, «Tiger» -una vez más el gran derrotado de un torneo que no se le da nada bien- falló en el hoyo 18 concediéndole el empate a Molinari, con lo que el golf continental no sólo retuvo la Ryder Cup, sino que además la ganó con todas las de la ley, consumando por completo la remontada hasta llegar a los 14 puntos y medio, uno más que Estados Unidos. Por nuestro Seve, que a buen seguro asistió feliz desde el cielo a una jornada histórica para el golf europeo y mundial.

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