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Ryder Cup 1997: “Seve” Ballesteros capitanea el triunfo europeo en Cádiz


MI PARTICULAR MEMORIA DEPORTIVA (39)

Es inevitable, después de la épica remontada del equipo europeo en la última Ryder Cup y del colectivo homenaje póstumo al gran Severiano Ballesteros, recordar que un día la competición más importante del golf mundial se celebró en España, y que a Europa la capitaneó nuestro “Seve”, para muchos el mejor jugador de siempre en este legendario torneo.

En 1997 -del 26 al 28 de septiembre- la Ryder salió por vez primera -siendo Europa la anfitriona- de las islas británicas, siendo designado para tal honor el Club de Golf de Valderrama, en Sotogrande (Cádiz); y Ballesteros, ya en la etapa previa a su retirada, fue nombrado capitán del bloque continental. El golf europeo quiso homenajear a un jugador, el cántabro, venerado hasta la saciedad en el Reino Unido, concediendo a España la organización de la Ryder, y a él mismo la capitanía del equipo en una edición calificada como “la Ryder de Seve”.

Fue una edición memorable, en la que Europa logró retener el trofeo conseguido dos años antes al vencer a Estados Unidos por 14,5 a 13,5. El equipo norteamericano, con Tom Kite a la cabeza, presentó una alineación absolutamente envidiable, que parecía que iba a recuperar la Ryder hicieran lo que hicieran los europeos.

Fred Couples, Davis Love III, Mark O’Meara, Phil Mickelson, Justin Leonard, Tom Lehman, Brad Faxon, Jeff Maggert, Lee Janzen, Jim Furyk, Scott Hoch, y la joven superestrella Eldrick “Tiger” Woods -vencedor más joven de la historia en el Masters de Augusta- formaban un elenco de superestrellas, a los que se oponían los españoles Chema Olazábal y Nacho Garrido, los ingleses Nick Faldo y Lee Westwood, los suecos Per-Ulrik Johansson y Jesper Parnevik, el galés Ian Woosnam, el norirlandés Darren Clarke, el italiano Constantino Rocca, el danés Thomas Bjorn, el alemán Bernhard Langer y el escocés Colin Montgomerie, todos ellos grandes jugadores aunque, sobre el papel, inferiores a sus oponentes.

Pero durante los “fourballs” y “foursomes” del viernes y el sábado, nada salió como esperaban los americanos. La estrategia de Seve a la hora de formar las parejas dio un resultado excelente, y Estados Unidos naufragó -nunca mejor dicho, en un lluvioso fin de semana para la provincia gaditana- hasta terminar, en la tarde del sábado, nada menos que cinco puntos por debajo de los europeos. Después de los duelos “dobles”, Europa ganaba por 10,5 a 5,5, siendo ahí donde cimentó su triunfo.

Aunque Seve y los suyos todavía iban a sufrir. La enorme calidad de los jugadores norteamericanos salió a la luz, así como su espíritu patriota -algo en los que quizás sólo Francia se les puede acercar-, en los partidos individuales del domingo. Estados Unidos fue sumando puntos uno detrás de otro, llegando a colocarse casi a la par que los anfitriones; pero las cuentas les fallaron con su número 1. Tiger Woods cayó contundentemente (derrota por cuatro hoyos con dos por disputarse) ante Constantino Rocca, y dejó la Ryder a tiro para Europa, que sentenció el título con el triunfo de Bernhard Langer (2&1) sobre Brad Faxon.

Así pues, Estados Unidos no logró culminar su remontada, y Europa retuvo la Ryder dos años más al imponerse por el apretado resultado de 14,5 a 13,5. Seve, emocionadísimo, tuvo el honor como capitán de levantar, por quinta vez para el golf europeo, la Ryder Cup en su propio país. Fue su último servicio en una competición en la que él, participando de alguna manera en las cinco victorias, contribuyó sobremanera a hacerla grande de verdad, especialmente para el golf del “viejo continente”.

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Épica y heroica remontada en memoria de Seve


Europa volvió a ganar la Ryder Cup. Y lo hizo tras remontar, en Chicago, cuatro puntos de desventaja (10-6) sobre Estados Unidos en una jornada final, la de los individuales de ayer, que pasará a los anales como la más memorable en la historia de la competición más especial y legendaria del golf mundial.

Un triunfo (14,5 a 13,5) que tuvo una dedicatoria muy especial, para todo un grande de este deporte en general y de la Ryder en particular como nuestro Severiano Ballesteros, para cuya memoria iba lo que ocurriera en esta edición -primera tras su fallecimiento del pasado año-, y cuyo espíritu estuvo presente desde el primer día, pero muy especialmente en la tarde de ayer.

No es la primera vez que se remonta una desventaja tal el último día; no en vano, en 1999, Estados Unidos hizo lo propio levantando un resultado parcial exactamente igual que el de este año, aunque a favor de los europeos. Pero entonces los norteamericanos, como en 2012, jugaban en casa y desplegaron todas las estratagemas posibles, desde la enorme calidad de sus jugadores hasta los gritos inhumanos de los espectadores, que se saltaron todas las reglas no escritas -y alguna de las que sí lo están- y que intimidaron a los golfistas del viejo continente, incapaces de soportar la presión. Lo de este fin de semana ha sido, como se suele decir, contra viento y marea.

Aquel año, Chema Olazábal fue protagonista directo del desastre al perder el partido decisivo ante Justin Leonard; ahora el vasco, desde su puesto de capitán europeo -con la ayuda de Miguel Ángel “el Pisha” Jiménez como vicecapitán-, ha sido uno de los principales responsables de la remontada, y el que más se ha emocionado de todos a la hora de acordarse de su maestro y mentor. El nombre de Seve, sus fechas de nacimiento y muerte y cinco estrellas correspondientes a sus cinco Ryder Cup -cuatro como jugador y una como capitán, la “gaditana” de 1997- rezaban en las bolsas de los jugadores y, ayer, también en la vestimenta, azul marino y blanca, como a él le gustaba.

Never say never” -“nunca digas nunca“-, decía Ian Poulter en Sky Sports tras consumarse la victoria, y a fe que ayer quedó demostrado una vez más. El inglés, que para muchos es el sucesor natural de Seve en carisma y comprensión de lo que significa la Ryder Cup, fue la pieza clave al ganar sus tres puntos, entre ellos el individual frente a Webb Simpson, por tan sólo un hoyo de ventaja.

Poulter fue el segundo europeo en salir, tras su compatriota Luke Donald, que se deshizo de Bubba Watson por dos hoyos de renta y sólo uno por disputarse. Olazábal, con un criterio excelente, colocó a sus mejores hombres en los partidos iniciales para intentar concebir esperanzas de remontada, y la jugada le salió perfecta. El número uno mundial, Rory McIlroy, logró su punto (2&1) sobre Keegan Bradley; Rose derrotó por un hoyo a otro peso pesado como Phil Mickelson, mientras Lawrie arrasaba (5&3) a Brandt Snedeker.

SERGIO GARCÍA, VITAL GANANDO A FURYK

Los americanos comenzaron a sentir la presión por ver cómo el 10-6 logrado en sendas excelentes jornadas de “fourballs” y “foursomes” se iba esfumando; y de nada sirvieron las victorias de los Johnson sobre el novato Nico Colsaerts -gran Ryder la del belga- y McDowell, porque el vital punto conseguido por Sergio García ante Jim Furyk (un solo hoyo arriba, remontando la desventaja que llevaba en el 17) ponía a Europa por vez primera por delante (12-13), y a tan sólo un punto no de ganar, pero sí de retener la Ryder Cup como último campeón en caso de empate. Entre medias, el “resucitado” Lee Westwood se redimía de su nefasto juego por parejas con un convincente triunfo (3&2) sobre Matt Kuchar.

La derrota, previsible, de Hanson sobre Duffner (uno abajo), dejaba la competición empatada a 13, a falta de los duelos entre Martin Kaymer y Steve Stricker, y entre Francesco Molinari y Tiger Woods. Ambos partidos estaban empatados a falta de dos y tres hoyos, respectivamente, y la tensión se mascaba en la ciudad más importante del estado de Illinois. Cuatro jugadores sin una sola victoria en el juego por parejas.

Kaymer tomó ventaja en el 17 sobre un Stricker al que le pudo la presión; y en el 18 dispuso de dos “putts” para asegurarse el par -Stricker jamás haría birdie-, ganar el partido y llegar al ansiado punto 14. Pero el alemán, sorprendentemente, pateó pésimamente y sintió, por momentos, todo el peso de la responsabilidad cuando Stricker embocó para hacer el par. “Tiger” ganaba por uno a Molinari al acabar en el 17, así que del segundo “putt” de Kaymer dependía casi toda la Ryder para Europa; pero éste, ahora sí, acertó y la euforia se desató entre los componentes del equipo europeo, empezando por el propio Kaymer y terminando por un más que emocionado Olazábal.

Para mayor gloria europea, “Tiger” -una vez más el gran derrotado de un torneo que no se le da nada bien- falló en el hoyo 18 concediéndole el empate a Molinari, con lo que el golf continental no sólo retuvo la Ryder Cup, sino que además la ganó con todas las de la ley, consumando por completo la remontada hasta llegar a los 14 puntos y medio, uno más que Estados Unidos. Por nuestro Seve, que a buen seguro asistió feliz desde el cielo a una jornada histórica para el golf europeo y mundial.

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Hasta siempre, Seve

El deporte español y mundial está de luto. Severiano Ballesteros, nuestro Seve, no ha podido embocar su último putt. El legendario golfista cántabro ha fallecido esta mañana a los 54 años, después de que ayer sufriera un serio empeoramiento neurológico después del cáncer sufrido hace casi tres años, y del que fue operado cuatro veces a vida o muerte.

No hace falta recordar que Seve no sólo ha sido uno de los mejores golfistas del siglo XX -el mejor del último cuarto de siglo-; sino también uno de los referentes por excelencia del deporte español en toda su historia; tal vez el mayor junto a Manolo Santana, Miguel Indurain y, ahora, Rafa Nadal.

Ganador tres veces del British Open -1979, 1984 y 1988- y dos del Masters de Augusta -1980 y 1983-, probablemente la muestra más clara del reconocimiento y de la veneración que le profesaba el golf internacional fue la concesión al campo gaditano de Valderrama de la organización de la Ryder Cup de 1997, la edición en la que Seve fue capitán del equipo europeo, al que llevó a una gran victoria frente a las estrellas de Estados Unidos. Sin olvidarnos también de la creación del “Seve Trophy” en 2000, un torneo bienal a imagen y semejanza de la Ryder Cup, que enfrenta a Gran Bretaña contra el resto de Europa.

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Sólo nos queda despedir como se merece y recordar para siempre al que probablemente fue el hombre que empezó a cambiar la mentalidad y la prespectiva del deporte español a nivel mundial. DESCANSA EN PAZ, SEVE…

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