CRÍTICA TEATRAL
OBRA: AMORE MÍO y LOLA’S LOVE ACADEMY
AUTOR: Varios
COMPAÑÍA: Estudio de Actores Acontracorriente Teatro
REPARTO: Ana García, Juan Vela, Lola Moreno, Manuel Vicent, Rocío Arias, Pepi Illanes, Lolo Jiménez y Yolanda Curtis
DIRECCIÓN: José Luis Pérez
LUGAR: Palacio de los Marqueses de La Algaba (Sevilla)
DÍA: 27-5-2017
DURACIÓN: Algo más de una hora
CALIFICACIÓN: * * * * (Sobre 5)
No hay focos; no hay glamour; no hay alfombras rojas de ningún tipo. Pero sí que hay pasión, y amor por salir a las tablas para comerse el mundo, aunque no haya dinero de por medio. Es el teatro amateur, el teatro por amor al arte -nunca mejor dicho porque arte también hay, y del bueno- el que se puede ver en la I Muestra de Teatro Participativo, una acertada iniciativa que se extiende en Sevilla hasta el próximo 25 de junio, y que acerca el teatro tanto a todos los públicos como a todos los artistas, en un escenario como el Palacio de los Marqueses de La Algaba, señero donde los haya –aunque, dependiendo del día, también con algún que otro inconveniente-.
Todo ello gracias a compañías como por ejemplo el estudio de actores de la compañía Acontracorriente, dirigido por José Luis Pérez, cuyos alumnos se han llevado toda una temporada trabajando para poder dar rienda suelta a su pasión y a sus dotes interpretativas. Y cuyo resultado ha sido la puesta en escena de las dos piezas con las que nos obsequiaron en la noche sabatina de ayer, día 27 de mayo.
La primera, Amore Mío, una selección de escenas escogidas de diferentes títulos, con los pormenores del amor como nexo de unión y una introducción con reminiscencias de la mitología grecolatina. Y la segunda, Lola’s Love Academy, con lo que podría ocurrir en cualquier academia de baile en la que el amor, los intereses y la necesidad personal entran en juego hasta llegar a un emocionante final. Esta última, presentada poco antes de final de 2016 en el Centro Cívico San Julián.
Las ganas, insuperables; la escenografía, tan sumamente minimalista como adecuada; el vestuario, logrado al máximo… así hasta lograr vencer las dificultades planteadas desde el exterior merced a la coincidencia con cierta festividad religiosa más el espectáculo musical organizado, de forma casual o no, en la estrecha calle comprendida entre el Palacio y el conocido mercado gastronómico de la calle Feria.
Con todo y por todo, no me cabe otra que dar la enhorabuena tanto al director como, sobre todo, al elenco que, por segunda vez en pocos meses, salió a escena para experimentar una sensación, la de ponerse delante del público, que no es sino un subidón de adrenalina que, cuando consigues dominarlo como lo hicieron ellos ayer –y lo digo no por demasiada experiencia pero sí por alguna- no es sino sumamente placentero. Y sin remuneración alguna, lo que tiene más mérito aún si cabe.
IMAGEN: IRENE CENTENO
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