El pasado domingo día 20, cumplida mi “misión” de enviar la crónica del Cajasol-Power Electronics Valencia a Diario Siglo XXI, me puse a ver la final de la Copa ASOBAL entre el Barcelona y el Ciudad Real, los dos más grandes del balonmano español. Entre unas cosas y otras hacía ya un tiempo que estaba algo alejado de este bello deporte, uno de los que más me gustan; y me apetecía seguir los pasos esta temporada del legendario conjunto blaugrana, dejado un tanto de lado fuera del territorio catalán al poseer TV3 sus derechos de los encuentros de la Liga de Campeones.
La batalla, como se esperaba, fue tremenda y se decantó del lado barcelonista por 34-33, después de una prórroga. En la pista, por parte blaugrana, muchas caras desconocidas para mí: Igropulo, Boldsen, Jernemyr, Oneto… pero entre ellos, de los mundialmente conocidos, continuaba destacándose un nombre por encima de todos, el mismo en este equipo desde 1988: don David Barrufet, que diría el mítico narrador Luis Miguel López.
Como en sus mejores tiempos
A sus 39 años, en el crepúsculo de su exitosísima carrera tras más de dos décadas, el gran guardameta del Barça y de la selección española lleva ya un par de años en la entidad blaugrana, debido a su edad, un tanto a la sombra de otros grandes y más jóvenes como Kasper Hvidt, Venio Losert y Daniel Saric; aunque la salida el pasado verano de los dos primeros ha hecho que David, “San Pitufo” como le rebautizó en los JJOO de Pekín el compañero de TVE Xavi Díaz (“barrufet” en español significa “pitufo”), vuelva a disponer de más minutos defendiendo la portería del Barça junto al serbio, ex del Ademar de León.
Y sigue exactamente igual que en sus mejores años: realizando paradas que valen victorias y títulos para los colores a los que defiende. El domingo el Barça lo tuvo realmente difícil en el segundo tiempo, porque el otro sempiterno y grandioso guardameta español, “Joseja” Hombrados, había colocado el cerrojo en su portería, mientras que Saric no andaba demasiado acertado.
Pero héte aquí que Xavi Pascual decidió meter en pista al gran capitán, al que nunca defrauda. Barrufet, con no demasiadas paradas pero puntuales y decisivas, colaboró a que el partido llegara a la prórroga. Y luego, en el tiempo extra y con su equipo ganando por un gol, detuvo los dos últimos lanzamientos del Ciudad Real a Kallman y, sobre todo, a un Luc Abalo que aún se debe estar preguntando cómo le pudo sacar David ese zambombazo desde nueve metros en el último segundo.
Una carrera modélica
Barrufet, con “su” número 16 de siempre a su espalda, celebró ese enorme despeje y este nuevo título como si hubiesen sido los primeros en su palmarés, pero eso para nada es así.
Por hacer un breve resumen de su palmarés, desde que debutó en 1988 en el primer equipo del Barça Barrufet suma 12 Ligas, 9 Copas del Rey, 7 Copas de Europa, 2 Recopas, 1 Copa EHF, 6 Copas ASOBAL, 5 Supercopas de Europa y 12 Supercopas de España, como títulos más destacados de un total de casi 80.
A todo ello hay que sumar con la selección española el oro en el Mundial 2005, los bronces olímpicos en Sydney 2000 y en Pekín 2008, la plata en el Europeo de 2006, el bronce en el Europeo de 2000, y el récord absoluto de encuentros disputados, con 280. Y, como guinda, el doble galardón por parte de la IHF como “Mejor portero del mundo” en 2001 y 2002. Casi nada al aparato.
Todo un número uno también fuera del parquet
Sin embargo, lo que más destaca de David Barrufet no es su extraordinaria calidad en la cancha -que es inmensa-, sino su enorme capacidad de liderazgo y de hacer vestuario. Es por ello que Joan Laporta, a sabiendas de que el peso principal de la meta azulgrana ya no podía recaer sobre él por cuestiones de la edad, le ofreció en 2008 la renovación por dos años más, pese a tener en la plantilla a dos guardametas de talla mundial como Hvidt y Losert.
Y no sólo eso. Después de haber sido manteado por sus compañeros de la selección española tras ganar el bronce en Pekín dado que se retiraba de la selección, el pasado año aceptó una propuesta de su gran amigo y maestro en el Barça Valero Rivera -ambos, junto a otros como Enric Masip e Iñaki Urdangarín son historia viva del club-, recién nombrado seleccionador, para aportar su granito de arena en el renovado combinado que se presentó, sin demasiado éxito, al Mundial.
Éstas son únicamente algunas de las notas principales de la carrera de este “pitufo enorme” y eterno que, a sus 39 años, continúa dando lecciones de catedrático en una pista de balonmano. Y que dure.
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