“Relámpago” a la velocidad de la luz


Me refiero a ese fenómeno de la velocidad atlética nacido en Jamaica, que responde al nombre de Usain Bolt, y que anoche se proclamó campeón del mundo de los 100 metros lisos, pulverizando de nuevo su plusmarca mundial.

Usain Bolt, entrando en meta y parando el reloj en 9,58. Foto: Marca.com

Usain Bolt, entrando en meta y parando el reloj en 9,58. Foto: Marca.com

Este caballero, que ya el pasado año en los Juegos Olímpicos destrozó dos récords del mundo y medio -el del relevo 4×100 es suyo por lo menos en un 50%-, protagonizó anoche en el Estadio Olímpico de Berlín un capítulo más en su larga lista de hazañas deportivas, e incluso relacionadas con la física. Y lo mejor de todo es que cada una es más increíble que la anterior.

Porque si grandiosa fue su marca de 9,69 en los 100 metros de Pekín -realizada justo un año antes, el 16 de agosto de 2008- y estratosférica la de 19,30 en los 200, la rebaja que le metió anoche a la del hectómetro solamente encuentra parangón en los famosos 8 metros y 90 centímetros de Bob Beamon en el salto de longitud de México 68, y en los 19,32 de Michael Johnson en los 200 metros de Atlanta 96; marcas que, como saben los buenos aficionados al atletismo, ya han vuelto a ser batidas.

9,58. Nueve segundos y 58 centésimas, para que todo el mundo lo entienda correctamente; once centésimas menos que su anterior récord, una auténtica barbaridad siempre y cuando los controles antidoping no digan lo contrario, que hasta ahora no lo han dicho pese a que han tenido ocasiones si Bolt hubiese incurrido en ilegalidades. Volviendo a la marca, si lo pensamos bien deberiamos estar sorprendidos, pero con matices; porque si analizamos la carrera de Pekín Bolt se dejó ir a unos 15 metros de la meta; es decir, ya el año pasado tenía esta marca en sus piernas. Y ayer, como ocurrió en los 200 metros hace un año, no se dejó ir, porque volvió a tener un rival que le apretó bastante.

Bolt, posando con su estratosférica marca. Foto: Marca.com

Bolt, posando con su estratosférica marca. Foto: Marca.com

En Pekín, éste fue Michael Johnson o, mejor dicho, su marca conseguida doce años antes; ayer fue Tyson Gay, un velocista estadounidense que, pese a ser doble campeón del mundo -100 y 200 metros, Bolt era un chavalín por entonces- en 2007, pasará a la historia como el 90% de los ciclistas que se enfrentaban a Eddy Merckx en los 60 y 70; es decir, como un pobre desgraciado que ha tenido la malísima fortuna de coincidir con el velocista más grande de la historia del atletismo. Gay hizo ayer la tercera mejor marca de toda la historia, 9,71; en cualquier competición sin Bolt le habría dado para apabullar al resto de sus rivales -ayer sacó 13 centésimas a Asafa Powell, el segundo jamaicano, que fue tercero con 9,84-, pero no cuando se enfrenta a Usain. Entonces, como se suele decir en esto casos, a Gay ni tan siquiera le vale el sagrado.

El resto de los finalistas fueron verdaderos espectadores de lujo, personas que pudieron contemplar desde el más privilegiado de los lugares cómo el “relámpago” jamaicano -no le puede venir más al pelo su apellido, porque uno de los significados de “bolt” es “relámpago”- se deslizaba por el tartán azul del estadio olímpico de Berlín a una velocidad casi más próxima a los 300.000 km/segundo que suponen la velocidad de la luz, que a lo que puede correr un ser humano.

Y todavía hay quien piensa que puede bajar de los 9,50; ya eso parece una utopía de las de verdad, pero visto lo visto, ¿hay quien piense hoy en día que existe algo imposible para este hombre?

, ,

  1. No comments yet.
(will not be published)