Se dice de alguien, y con razón, que, mientras su recuerdo y su legado permanezcan vivos en nuestra memoria, esa persona jamás morirá; o al menos no morirá por completo. Y eso mismo es lo que están haciendo algunos de los discípulos del profesor don MANUEL ARIZA VIGUERA, catedrático de Historia de la Lengua Española por la Universidad de Sevilla, y uno de los grandes nombres de siempre si hablamos del estudio diacrónico de nuestra lengua, así como también de la dialectología de nuestro país, especialmente la extremeña y la andaluza.
Manuel Ariza, Manolo para quienes le conocimos, falleció el 15 de octubre de 2013; y cuatro años más tarde este grupo de discípulos suyos que desempeñan sus carreras dedicándose a los estudios lingüísticos ha decidido seguir honrando su memoria con dos breves pero emotivos espacios a través de la Biblioteca de Humanidades –antigua Dante- de la Facultad de Filología.
Y dentro de ese grupo, la principal artífice –que no la única- no es otra que una de sus alumnas más aventajadas, la doctora Lola Pons Rodríguez, autora del blog NO SOLO DE YOD VIVE… y gracias a la cual pude enterarme antes de ayer de la existencia de este homenaje.
En primer lugar, la Biblioteca de Humanidades ha colocado en su sala principal una vitrina en la que se incluyen varias de sus principales obras, siendo en su momento algunas de ellas parte sumamente importante de mi bibliografía para poder terminar mi licenciatura en Filología Hispánica. A dichos volúmenes se les añade una breve reseña biográfica, además de algunas separatas firmadas por él mismo.
Es a esto a lo que se corresponden las fotos que pude tomar ayer por la tarde, cuando pude disponer de un rato de mi tiempo para recordar a quien no solo jugó un papel muy importante para mí académicamente hablando, sino con el que también se puede decir que tuve una buena relación de amistad desde que lo conociese allá por octubre de 2005.
Y en segundo lugar, quien lo desee también puede disfrutar online de una exposición bibliográfica temporal de sus obras en la web que destacamos sobre estas líneas. Además, también se ha estrenado su página en Wikipedia, merced a la inestimable dedicación –según indica Lola Pons- de la doctoranda Yoana Ponsoda. En definitiva, un recordatorio modesto pero más que merecido de una de las figuras que, para quienes le conocimos, nunca jamás debe quedar en el olvido.
Porque Manolo no sólo fue aquel que hizo que comprendiera los pormenores principales de la apasionante historia de nuestra lengua y de la dialectología española, que hasta entonces se me resistían. Fue mucho más, tanto que aquellos que estuvimos con él y que disfrutamos de algunas de sus clases siempre recordaremos a una persona a la que, sabiendo todo lo que sabía –que era tantísimo-, no se le caían los anillos para bajar a lo más llano si era preciso y explicarnos fenómenos y cuestiones como la diptongación/monoptongación, la yod, los diferentes cambios fonético/fonológicos y gráficos en la Edad Media o la revolución fonológica de los Siglos de Oro con el “lenguaje del pueblo” pero sin caer en vulgarismos. Un hombre que hacía sumamente amenas sus clases recurriendo frecuentemente a las anécdotas, los chascarrillos y los chistes en general para ilustrar, de manera absolutamente didáctica, cada uno de esos fenómenos.
Y un hombre a quien también seguiremos recordando aquellos que pudimos tratarle fuera de las aulas: un tipo afable y campechano que, pese a su enorme categoría como docente e historiador de la lengua, en ningún momento iba de divo y que siempre y cuando sus obligaciones se lo permitían tenía el tiempo suficiente para escucharte, tomarse un café contigo e incluso invitarte alguna tarde a su casa. Una figura imprescindible o casi, de la que, en definitiva, tanto en lo profesional como en lo humano, muchos deberían –deberíamos; algunos por lo menos lo intentamos- tomar buen ejemplo.
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