Vacaciones León-Galicia-Vitoria (5)


QUINTO DÍA: VIERNES 31-7-2009 (Pontevedra)

El descanso de la noche anterior me vino bastante bien; aunque hasta la sobremesa todavía continué notando un poco de flojera corporal, pero ya bastante menos. Por lo pronto, lo primero que hice al levantarme fue desayunar en la cafetería un buen croissan a la plancha con un café con leche -lo que no suelo desayunar en casa-, y sentarme en uno de los sofás del salón para poder leer la prensa con tranquilidad.

Recreación de la cámara de la Numancia. Foto: web del Museo de Pontevedra

Recreación de la cámara de la Numancia. Foto: web del Museo de Pontevedra


Fue en ese preciso momento cuando Paula se tomó unos minutos para degustar su desayuno, justo en el mismo sitio en el que yo procedía a la lectura del periódico de turno. Al principio solamente la saludé de forma educada, pero después de que en el espacio de dos minutos la reclamaran en recepción unas 3-4 veces ya le hice un comentario simpático sobre la situación, y estuvimos hablando un ratillo, justo hasta que pudo terminar su café con leche y lo que tuviera para comer. Tampoco me costó mucho entablar conversación con ella, porque desde que la vi por primera vez el día anterior me cayó bien, y creo que yo a ella también; así que aquellos 10-15 minutos de charla yo los pasé encantado.

Después de subir en un momento a la habitación para lavarme los dientes y coger lo necesario, decidí hacer un poco de turismo por mi cuenta. Para ello le pedí consejo a Paula, quien complementó las indicaciones que ya me había dado Cristina el día anterior, y me señaló en un mapa qué era lo que podía ver principalmente. Entre las dos me hablaron bastante bien del museo de la ciudad -situado en la Plaza de la Leña, a pocos minutos del hotel-, así que hacia allí me dirigí.

El Museo de Pontevedra es un recinto pequeño en comparación con los de algunas de las grandes ciudades, pero con un contenido muy interesante y que merece la pena verse. Son cuatro edificios -uno de ellos en rehabilitación- más las Ruinas de Santo Domingo, por donde había pasado con Cristina y Ciprian la tarde anterior. Dado que cerraban a las 14:00 y eran poco más de las 12, decidí visitar tranquilamente los dos primeros, el Castro Monteagudo y el García Flórez, que eran los dos que estaban situados de forma contigua, en la Plaza de la Leña.

El primero de ellos incluye en su planta baja una colección muy variada de elementos y objetos arqueológicos y de orfebrería en Galicia, desde la Prehistoria hasta la época de los romanos; así como una impresionante colección de platería donada por el escritor Gonzalo Fernández de la Mora y Mon. La planta alta, por su parte, está destinada a la pintura, pudiendo contemplarse varias estancias con cuadros góticos, renacentistas, españoles, italianos y de los Países Bajos, así como también algunos bodegones y orfebrería religiosa.

Placa de la casa de Valle-Inclán/pintada del vecino

Placa de la casa de Valle-Inclán/pintada del vecino


En el segundo lo más destacado es el espacio dedicado a la temática naval, sobre todo una magnífica recreación de la cámara de la fragata Numancia -ver foto de más arriba-, navío construido en el siglo XIX y comandado por Méndez Núñez. Simplemente preciosa, lo mejor que he visto en los 3 días que he pasado en Pontevedra.

Fue una muy entretenida mañana, que tuvo continuidad a la hora de comer cuando Cristina me llamó y me dijo que si quería ir a comer a su casa y así conocer a sus padres, que habían llegado de visita junto a su tía de Madrid. Me lo pasé bastante bien con ellos, sobre todo con el padre, un ser para echarle de comer aparte.

Una vez finalizado el almuerzo, todavía llegué a tiempo al hotel para echarme un rato de siesta de cara a la salida de la tarde, una visita guiada por la ciudad antigua de la que me habían hablado Cristina y su padre, y que me dijo Paula que comenzaba diariamente a las 19:00 en la Plaza de la Ferraría. Ésta duró aproximadamente una hora y tres cuartos, y se compuso en un 80% de un paseo por los lugares por donde ya había estado un día antes con Cristina y Ciprian, pero con explicaciones y anécdotas bastante más numerosas.

Detalle del hijo a la izquierda del padre, en Santa María

Detalle del hijo a la izquierda del padre, en Santa María

Por ejemplo la historia del loro Ravachol y el cortejo fúnebre que le hacen año tras año; la anécdota de la pintada del “vecino” de Valle-Inclán, justo enfrente de su casa; o también los avatares de la fachada de la Basilica de Santa María, como el hecho de que Cornelius de Holanda, su autor, dejara su sello con detalles como colocar a Jesucristo a la izquierda de Dios -cuando todo el que tenga una mínima cultura sabe que la Biblia dice que estaba colocado a su derecha-, sobre lo que hay varias hipótesis, o el hecho de fabricar la imagen de un santo con gafas. Asimismo, uno de los lugares que todavía no había visto fue la plaza de Méndez Núñez, donde hay una estatua de Valle-Inclán. Resumiendo, la ruta estuvo muy interesante y entretenida, y mereció la pena por mucho que la mayoría de los lugares por los que transitamos ya los conociera de la tarde-noche anterior.

A la vuelta me di cuenta de que el cielo poco a poco se iba poniendo cada vez más gris, así que como además para el día siguiente pronosticaban lluvia me pasé por una tienda de chinos, y compré allí un paraguas adecuado para pasar buena parte de la jornada en Santiago de Compostela. Después, volví a cenar en la cafetería del hotel, y pasé mi última noche en el Hotel Madrid -el sábado me alojaba en casa de Cristina y Ciprian- viendo al Madrid contra la Juve en la Peace Cup. Ganaron los turineses por 1-2.

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