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La dramaturgia de Gil Vicente, en el siglo XXI
Posted by Víctor Díaz in Críticas cinéfilo-teatrales, Cultura y espectáculos, General on 23 septiembre 2013
CRÍTICA TEATRAL
OBRA: AUTO DE LA SIBILA CASANDRA
AUTOR: Gil Vicente
COMPAÑÍA: Nao D´Amores
REPARTO: Elena Rayos (Casandra), Sergio Adillo (Salomón), Carlos Seguí, Juan Pedro Schwartz, Alejandro Sigüenza (Profetas/sibilas), Sofía Alegre (Viola de gamba), Eva Jornet (Flautas) e Isabel Zamora (Clave)
ARREGLOS Y DIRECCIÓN MUSICAL: Alicia Lázaro
TÍTERES: David Faraco
VESTUARIO: Deborah Macías
VERSIÓN Y DIRECCIÓN: Ana Zamora
LUGAR: Espacio Santa Clara (Claustro del Convento de Santa Clara, Sevilla)
DÍA: 20-9-2013
DURACIÓN: Una hora
CALIFICACIÓN: * * * * (Sobre 5)
Diversión, comicidad, buena música, sentido del humor -justo el que le falta a algunos-… en definitiva, calidad. Todo esto, y mucho más, es lo que nos muestra sobre las tablas la versión de Nao D´Amores del Auto de la Sibila Casandra, y de parte de la obra dramática de Gil Vicente. Un montaje intacto desde su génesis allá por el año 2003, y que la compañía castellana se decidió a recuperar en 2011, casi una década más tarde.
Quiero resaltar el gran valor que se le debería otorgar a la labor que, como directora teatral, lleva desempeñando Ana Zamora desde hace ya varios años. Más allá de gustos particulares, creo que objetivamente el buen aficionado debe agradecer la ventana abierta por la directora segoviana hacia el teatro medieval y renacentista, en especial hacia la figura del más importante autor portugués de la historia. Una verdadera rara avis en los espacios escénicos de nuestro país, y una apertura de miras realmente necesaria y refrescante al mismo tiempo.
Con su Sibila Casandra, tal y como ocurrió en su día con la Tragicomedia de Dom Duardos para la Compañía Nacional de Teatro Clásico, Zamora introduce al espectador del siglo XXI la figura de este autor tan importante para el teatro hispano del Renacimiento como poco conocido en general. Quizás más aún en esta última si cabe al abordar, dramatúrgicamente con el espíritu de los tiempos que corren hoy en día, una temática tratada ya por entonces, como la de la mujer que se levanta contra las convenciones sociales para decidir su propio camino.
Una puesta en escena en la que, tan sólo en una hora de duración, abunda sobremanera la riqueza de matices. Como por ejemplo, el mantenimiento de la dicción y la fonética del siglo XVI -toda una delicia para filólogos y amantes en general de la historia de la lengua española- sin perder el hilo con el espectador; así como la inclusión de ciertos aspectos de la cultura portuguesa -todo un guiño al lugar de origen de Gil Vicente- y de la época en la que se concibió el texto original. O también la música en directo, perfectamente interpretada por las tres instrumentistas que, en el fondo, no son sino tres personajes más, muy bien engarzados dentro un entramado exitosamente coral.
Nada está dejado de la mano de Dios -o casi nada, estrictamente, si lo pensamos bien-; ni tan siquiera el continuo desdoblamiento de personajes magníficamente coordinado entre los seis pastores -tanto profetas como sibilas-, perfectos complementos dramáticos de los protagonistas Casandra (la rebelde profetisa, interpretada por Elena Rayos) y Salomón (Sergio Adillo), y a los que dan vida, con particular arte, Carlos Seguí, Juan Pedro Schwartz y Alejandro Sigüenza.
Todo ello da como resultado sesenta minutos de un delicioso entretenimiento y acercamiento general al mundo de los inicios de los Siglos de Oro… en el que sólo ha faltado, aquí en Sevilla, una mayor asistencia de público; y no precisamente por culpa de Nao D´Amores. Es una verdadera pena que, bien por unas u otras razones -excesivo precio de las entradas, escasísima propaganda en las semanas previas-, la gente no haya podido disfrutar de un espectáculo como éste que vale, y mucho, la pena. Que se dé por aludido quien corresponda.
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