CRÍTICA TEATRAL
OBRA: EL CABALLERO DE OLMEDO
AUTOR: Lope de Vega.
COMPAÑÍA: Noviembre Teatro.
REPARTO: Daniel Albaladejo (Don Alonso, el Caballero de Olmedo), Arturo Querejeta (Tello), Fernando Sendino (Don Rodrigo), Rafael Ortiz (Don Fernando), Isabel Rodes (Doña Inés), Elena Rayos (Doña Leonor), Charo Amador (Fabia), José Vicente Ramos (Don Pedro) y Antonio de Cos (Rey/músico).
VERSIÓN Y DIRECCIÓN: Eduardo Vasco.
ESCENOGRAFÍA: Carolina González.
VESTUARIO: Lorenzo Caprile.
ILUMINACIÓN: Miguel Ángel Camacho.
MÚSICA Y ESPACIO SONORO: Eduardo Vasco.
MAESTRO DE ARMAS: José Luis Massó.
AYUDANTE DE DIRECCIÓN: Daniel Santos.
LUGAR: Teatro Lope de Vega (Sevilla).
DÍA: 16-2-2018
DURACIÓN: Aproximadamente 100 minutos.
CALIFICACIÓN: * * * * (Sobre 5)
He de confesar que tenía yo ganas de verme de nuevo cara a cara con EL CABALLERO DE OLMEDO. Anteriormente a éste yo había tenido la ocasión de contemplar otros dos montajes anteriores de uno de los títulos punteros de don Félix Lope de Vega: el primero, en 2004, de José Pascual -con Israel Elejalde en el papel de don Alonso- para la Compañía Nacional de Teatro Clásico, en la línea de lo que siempre cabe esperar de quienes lo llevaron a las tablas.
Y el segundo, dos años más tarde, en Baeza (Jaén), por parte de los estudiantes de la Universidad de Santiago de Compostela, unos muchachos que, con perdón pero al mismo tiempo con total y absoluta realidad, destrozaron el espíritu trágico de la obra todo lo que pudieron o supieron hacer. Por este último era por lo que quien os escribe tenía el deseo de sacarse el mal sabor de boca, de lo que la semana pasada me dieron la ocasión NOVIEMBRE TEATRO y EDUARDO VASCO.
Asimismo, también quería reencontrarme con el director madrileño, a quien conozco personal y, sobre todo, artísticamente desde sus tiempos de máximo responsable de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), pero de quien no tenía la ocasión de disfrutar de ninguno de sus montajes desde su versión de la shakespeareana El mercader de Venecia, para la misma Noviembre Teatro, en 2015.
Un hombre, Eduardo Vasco, cuyo trabajo no suele dejar indiferente a nadie debido a su particular sello personal, y a su capacidad de arriesgar en determinados aspectos, en según qué montajes. Algo que puede gustar más o menos -a veces le sale mejor, y otras, peor-, pero que como mínimo es o debería ser respetable.
Sello que se observa en esta versión de El caballero de Olmedo, en la que Vasco, como en otros tantos trabajos suyos anteriores, opta por el minimalismo escenográfico y la sobriedad cromática sobre el escenario, para dar todo el protagonismo a los actores y al lirismo dramático con el que Lope traza los versos que dan vida a esta fábula construida a partir de una historia/leyenda popular, y de la bien conocida letrilla generada a partir de ésta (Que de noche le mataron / al caballero / la gala de Medina / la flor de Olmedo).
Y ahí es donde luce ese elenco que, en sus nombres principales y más veteranos, suele acompañar a Vasco desde hace ya más de una década. Elenco encabezado por DANIEL ALBALADEJO, que con su habitual temple artístico da vida de forma más que notable al desgraciado don Alonso; acompañado por otro grande como ARTURO QUEREJETA, en la piel de un Tello por momentos un pelín grotesco -posiblemente por mandato de su director- pero imperial en los momentos cumbre. Y, en la villanía, otro ya clásico como FERNANDO SENDINO, quien da una excelente réplica como el malvado y envidioso don Rodrigo.
Por su parte, el cuarto veterano, JOSÉ VICENTE RAMOS, también cumple más que de sobra como don Pedro, el padre de doña Inés, muy bien defendida por ISABEL RODES, producto de La Joven Compañía -la cantera de la CNTC-, y que también se ha convertido ya en una clásica de los montajes de Eduardo Vasco. Las malas y alcahuetas artes de Fabia también están bien representadas por CHARO AMADOR; mientras que ELENA RAYOS -doña Leonor- y RAFAEL ORTIZ -don Fernando- dan buena réplica a Rodes y a Sendino, respectivamente.
Y la música acompañando la escena, otro aspecto habitual para Eduardo Vasco, al menos desde que introdujera como un personaje más al pianista Ángel Galán en su versión de El castigo sin venganza para la CNTC (2005). En esta ocasión, con la -tenue en su tonalidad- guitarra eléctrica de ANTONIO DE COS, quien también da vida al rey don Juan II.
También hay que destacar, como uno de los puntos más conseguidos de todo el montaje, la sobresaliente labor de LORENZO CAPRILE como responsable del vestuario. Caprile, otro nombre clásico dentro de las obras de Vasco y que actualmente ejerce de televisivo maestro de diseñadores, nos ofrece una vestimenta impecablemente acorde a la época en la que está ubicada la historia -que no el texto-, el siglo XVI. Al contrario que en otros montajes, Eduardo Vasco ha optado en esta ocasión por no “modernizar” la historia, para mi gusto de manera absolutamente acertada, como la designación de un Caprile que, en su terreno, rara vez suele fallarle.
En definitiva, una versión ni mucho menos perfecta pero sí muy notable de este texto en el que Lope, con su magisterio habitual -acentuado a medida que se iba haciendo mayor-, va tejiendo el trágico desenlace de una historia marcada por el “fatum” -el fatal destino del protagonista- desde el comienzo. Y un montaje serio y profesional con el que, sí, me quité la espinita de la que hablaba al principio.
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