Es lo primero que se me ocurre decir después de haber visto el desarrollo de la 27ª jornada de Liga en Primera División. Cuando creemos que nada de lo relacionado con este muchacho puede ya sorprendernos, va él y se encarga con una facilidad pasmosa de quitarnos la razón.
Dos golazos en Almería; tres la pasada semana al Valencia; otros dos en la Champions al Sttutgart; y tres y medio esta noche en La Romareda (2-4). Los últimos 9 tantos del Barça en la Liga, hasta el cuarto de hoy, han sido suyos, porque además también marcó el de la victoria ante el Málaga. Y además, los hace de todos los colores: de falta, de oportunista, de cabeza, de jugada individual, desde lejos, desde cerca, por la escuadra, por bajo… Leo es, sin duda, el mejor jugador que ha dado el fútbol mundial desde Diego Armando Maradona. Ni Zidane, ni Ronaldo, ni Ronaldinho, ni Cristiano… ni nadie, absolutamente nadie.
Con tanta exhibición, el Barça corre el serio riesgo de sufrir “Messidependencia”; pero si esa dependencia va a suponer que este fenómeno crezca todavía más como jugador de lo que ya lo ha hecho, bienvenida sea. Hoy fue seria duda hasta minutos antes de comenzar el partido contra el Zaragoza por un flemón que casi no le dejaba vivir, pero afortunadamente para todo el mundo del fútbol -si acaso menos para el madridista-, se recuperó y salió en el equipo inicial.
Simplemente, nos vuelve a dejar boquiabiertos
A los 4 minutos ya dejó su tarjeta de visita al rematar de cabeza un centro de Pedro; pero fue en la segunda parte, cuando más apretaba un aguerrido equipo maño, dio sus mejores lecciones de hoy. En pocos minutos primero peleó como un jabato un balón en medio campo ante Ander Herrera, se fue de todo el mundo y batió a Roberto desde la izquierda del área con un tiro raso; y luego cogió la pelota en la banda derecha, se fue hacia el centro y lanzó un obús que se coló por toda la escuadra. No fue algo increíble -porque estando Leo en el campo nada lo es- pero sí verdaderamente sensacional.
Después se dedicó a ayudar por todos los medios que su compañero Ibrahimovic marcara un golito, para que se animara un poco ante el mal momento que está pasando; pero el sueco las falló una detrás de otra. Y cuando el relax de sus compañeros de defensa permitió a Adrián Colunga darle emoción al choque con sus dos goles (2-3, minuto 88), cogió el balón y dijo que ya estaba bien de tonterías.
Otra vez desde la derecha, otra vez se fue de todos, otra vez se disponía a marcar, pero esta vez se lo impidieron con una clara falta en el área pequeña. Penalti sin discusión. Leo se lo dejó a Zlatan; lo necesitaba. E Ibrahimovic cerró el marcador. Si La Romareda fuera una plaza de toros, a Messi esta noche deberían haberlo sacado a hombros por la puerta grande, por mucho que la faena fuese para el equipo contrario.
Messi es Pichichi indiscutible con 25 goles; Messi va embalado para la Bota de Oro -sólo está a un gol de Rooney- y también para repetir el Balón de Oro, el Fifa World Player y todos los premios individuales que se inventen. Sólo hay que pedir, por el bien del fútbol, que no se lo carguen; por el bien del fútbol en general y del Barça en particular, porque salvo Leo lo cierto es que el equipo blaugrana en ataque anda bastante espeso.
El Madrid, con ayudas arbitrales
El Barça sigue empatado a puntos con el Madrid (ambos con 68), porque los blancos cumplieron ayer con los pronósticos y se deshicieron del Sporting (3-1). Pero para ello debieron contar con una más que inestimable ayudita arbitral.
Un minuto después de que el sportinguista David Barral marcara un sensacional golazo que adelantaba a su equipo en el marcador (min. 53), Van der Vaart controló con las dos manos -sí, como se lee, con las dos manos- un rechace del portero a disparo de Cristiano Ronaldo, fusilando la meta visitante y empatando el partido. Para que los amigos de la prensa de(l) Madrid vean que los señores colegiados no sólo se equivocan a favor del Barça, ni mucho menos. Xabi Alonso e Higuaín sepultaron los sueños asturianos de sacar algo positivo del Bernabéu.
El Sevilla, en picado
Del resto de la jornada, lo más destacado es que el Sevilla va en una imparable caída libre. Los nervionenses han acusado de verdad el varapalo de la Champions, y ayer dieron en el Nuevo Estadio del Espanyol una imagen penosa, indigna de un equipo que quiere pelear con los mejores.
El 2-0 fue inapelable y corto; y lo peor para el Sevilla es que su mejor jugador, Jesús Navas, estará de baja unas cuatro semanas merced a un esguice del grado 2 en uno de sus tobillos. Malos tiempos,pero que muy malos tiempos, corren para el equipo de Jiménez, de quien ya empieza a dudarse incluso de si podrá finalizar la temporada sentado en el banquillo sevillista.
El Sevilla ha caído hasta la quinta plaza gracias a la victoria contundente del Mallorca (4-1) ante el Atlético de Madrid; y todavía puede darse con un canto en los dientes porque Athletic (2-2 contra el Getafe) y Depor (0-2 de parte de un moribundo Valladolid) pincharon en sus encuentros caseros. Sus 44 puntos le dejan a dos del Mallorca, con sólo dos de ventaja sobre vascos y gallegos, y a seis del Valencia, que se consolida en la tercera plaza después de que Mata y Silva le dieran los puntos (2-0) sobre el Almería.
Esta semana hay doble jornada; el martes, pues, vuelve el fútbol con un Sevilla-Xerez que puede traer mucha, mucha miga.
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